por Guillermo Alvarado
En tan sólo 15 días de su arribo a la Casa Blanca el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha desatado un diluvio de críticas hacia sus polémicas decisiones, de manera particular la que impide el ingreso a ciudadanos de siete países de mayoría musulmana con el desatinado propósito de evitar por esa vía el riesgo de sufrir atentados terroristas en territorio norteamericano.
Esta semana el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, el portugués Antonio Guterres, dijo que ese veto viola derechos fundamentales y debe ser levantado más pronto que tarde.
Si el propósito es impedir la entrada de extremistas a Estados Unidos, la medida será poco efectiva dijo el funcionario y recordó el alto grado de sofisticación con que pueden actuar las organizaciones terroristas.
"Pueden venir con pasaportes de los países más desarrollados y creíbles del mundo o pueden usar gente que ya está dentro del país y que en ocasiones ha estado allí por décadas", añadió Guterres.
El primer ministro de Iraq, Haider al Abadi, uno de los países afectados por la prohibición, dijo que el presidente estadounidense en realidad está castigando a los que luchan contra el terrorismo.
Rechazó al Abadi la vinculación gratuita de la religión musulmana con el extremismo y pidió a Trump dar marcha atrás en esta medida, que también provoca fuertes reacciones adversas dentro de Estados Unidos.
El Vaticano expresó su preocupación por la decisión de Trump de impedir temporalmente el ingreso de ciudadanos de Libia, Somalia, Sudán, Siria, Iraq, Irán y Yemen. "Somos constructores de puentes, y no de muros, y todos los cristianos deberían reafirmar con fuerza ese mensaje", dijo el arzobispo Ángelo Becciu, miembro de la Secretaría de Estado de la también denominada Santa Sede.
En Bruselas la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Federica Mogherini, dijo que ese bloque continental está en completo desacuerdo con el decreto antiinmigrante de Trump. "Nadie puede ser privado de sus propios derechos a causa de su lugar de nacimiento, su religión o su etnia. Eso está escrito en nuestras constituciones, tanto en Europa como en América", manifestó Mogherini.
La Alta Representante lamentó que el decreto haya sido firmado precisamente el 27 de enero, el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, una fecha, agregó, que debería ser ocasión para rechazar cualquier discriminación y para reflexionar sobre el deber de acoger a quienes huyen de la persecución y protegerlos a ellos y a sus derechos.
Las comisiones de Cooperación y Relaciones Exteriores del Parlamento Europeo publicaron una declaración conjunta acusando el decreto estadounidense de "alimentar los discursos antiimigrantes y xenófobos”.
De manera ostensible, el presidente Trump se encamina a pasos acelerados a una completa soledad, quizás no tanto por encabezar a la principal potencia económica y militar del mundo, sino por la forma en que está haciendo su trabajo.
