por Roberto Morejón
El presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, se vanagloria por entender varios idiomas, pero no está consciente de su predisposición a hablar más de lo indispensable y adecuado.
El comentario llega luego de un nuevo desliz oratorio de Kuczynski, muy criticado en el subcontinente.
Durante una reciente visita a Estados Unidos, el conservador Primer Mandatario peruano consideró a los países de América Latina como un “perro simpático” que duerme en la alfombra y no genera problemas al vecino del Norte, con la excepción ---dijo--- de Venezuela.
Si bien los asesores del Jefe de Estado se desgastan al tratar de enmendar el repudiable comentario formulado nada menos que en Estados Unidos, las reprobaciones llovieron dentro y fuera de Perú.
El gobierno venezolano también respondió al exabrupto de Kuczynski y, al cabo, las relaciones entre los dos países se tensaron.
De acuerdo con el punto de vista de Caracas, en la efímera entrevista que le concedió el presidente estadounidense, Donald Trump, a Kuczynski, este último se habría manifestado favorable a una intervención en Venezuela.
Si bien los voceros del gobernante peruano negaron esa última posibilidad, admitieron que en la conversación se habló sobre Venezuela, algo que rebasa las prerrogativas de los interlocutores, pues se trata de un país soberano.
Ahora bien, el incidente desatado a partir de las desafortunadas declaraciones del Presidente peruano sobre las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, pudiera aprovecharlo el gobernante para desviar la atención de las dificultades internas.
Pedro Pablo Kuczynski tiene su popularidad en caída, ahora solo en 35 por ciento de adhesiones, a causa, fundamentalmente, de imputaciones sobre corrupción.
Además, al gobernante lo conocen los peruanos por su inclinación a los comentarios desatinados.
La censura lo rodeó en octubre del pasado año por quejarse de su salario como presidente, cuando, según recordaron sus compatriotas, es una persona acaudalada en un país con notoria desigualdad social.
Igual reacción encontró después de rendir un mensaje ante el Congreso y recibir diatribas. Kuczynski admitió el derecho a cuestionarlo, pero ---dijo petulante-- “quien está manejando el carro soy yo”.
En otra oportunidad debió resaltar con rapidez su oposición a las drogas después de manifestar que si una persona quería fumar “un troncho” eso no era el fin del mundo.
Durante la campaña electoral en 2016, Kuczynski tuvo insólitas expresiones contra rivales políticos.
Medios de prensa opinaron que Kuczynski fue traicionado por su propensión al desacierto oratorio, en sus intentos por ganar simpatías en Estados Unidos y después de recibir una escasa atención de Donald Trump.