por Roberto Morejón

Una mayor percepción sobre la importancia de las fuentes renovables de energía se afianza en el mundo a contrapelo de criterios obsoletos sobre preservar la dependencia de los combustibles fósiles.

Desde la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo sostenible celebrada en Johannesburgo en 2002, el debate comenzó a desplazarse lentamente hacia la necesidad de expandir el uso de los recursos energéticos renovables.

Si bien esta concepción tiene limitantes para concretarse ante los costos del fomento de las fuentes limpias, hoy existe una mayor comprensión sobre la importancia de aprovechar los aportes hídricos, solares, eólicos, geotérmicos y de la biomasa forestal.

Los científicos claman por esa utilización cuando alertan sobre el peligro de la contaminación ambiental por el desmesurado empleo de los combustibles fósiles, un factor asociado a los efectos del cambio climático.

Apoyados en esos certeros avisos, organismos y personalidades exhortan a una mayor seguridad energética aunada al combate de la pobreza y a un papel preponderante de los Estados para coordinar el fomento de los surtidores renovables.

Por supuesto, algunas regiones avanzan más por ese camino y otras menos. África subsahariana se encuentra a la zaga, pues incluso 600 millones de personas carecen de electricidad, mientras América Latina reporta resultados desiguales.

Chile y Uruguay marchan a la cabeza y Brasil busca mayor eficiencia en la industria en tanto en México aún son dependientes  del crudo y en el Caribe es visible la ineficiencia energética.

 A nivel mundial, China, Estados Unidos, Canadá, Holanda y otros países de Europa prosperan aceleradamente en el uso de las alternativas energéticas, aunque la primera potencia económica del planeta privilegia el contaminante petróleo de esquisto.

Por su pobreza, Somalia, Haití y Mauritania figuran entre los países más rezagados Informes oficiales precisan que en 2015, todos los días se instalaron
medio millón de paneles solares en el mundo y en China se colocaron dos turbinas de viento cada hora.

El Organismo Internacional de Energía Atómica estimula a las naciones ricas y a las desfavorecidas económicamente a aplicar sólidas políticas públicas para acceder a la eficiencia energética.

Afortunadamente, la capacidad del mundo para generar electricidad a partir de variantes renovables supera la del carbón.

Se impone sumar tales procedimientos. Es cierto que las fuentes renovables son intermitentes, pues dependen del brillo del sol y la fortaleza del viento, pero si bien el carbón y el petróleo generan electricidad todo el día, se agotan.

La naturaleza y la revolución tecnológica se asocian para brindar opciones energéticas más limpias y eficientes.