por Roberto Morejón

Con vistas a la segunda vuelta de las elecciones en Ecuador, la oposición y medios internacionales de prensa presentan a la economía del país sudamericano en números rojos y niegan los aciertos de la Revolución Ciudadana.

Para socavar las proyecciones de Lenin Moreno, por el gubernamental Partido Alianza País, las fuentes pretenden vender como fracasada la atinada política económica del presidente Rafael Correa en una década.

La realidad desmiente a los que apuestan por restablecer el neoliberalismo y el brutal recorte de gastos públicos.

Solo en 2016 la economía ecuatoriana decreció por los efectos de los bajos precios del petróleo, el terremoto de abril, la activación del volcán Cotopaxi, la apreciación del dólar, el pago a una petrolera por juicio internacional y la caída de compras de Rusia y China.

Sin embargo, Correa no aplicó las recetas de austeridad como hoy defiende el opositor Guillermo Lasso, aspirante a la presidencia.

Con dos mandatos cumplidos, el gobierno de Alianza País buscó recursos por otras vías, entre ellas el aumento de las recaudaciones tributarias, sobre todo de los más ricos, reajuste de inversiones y reducción de salarios de funcionarios.

Como herencia para el pueblo y la próxima administración, la Revolución Ciudadana destinó 6 000 millones de dólares a la construcción de 8 hidroeléctricas y estrechar así la dependencia de la renta petrolera.

A pesar de que la economía de Ecuador afronta contratiempos por su atadura a la dolarización impuesta desde el año 2000, el gobierno se centró en estabilizar la economía sin afectar a las grandes mayorías.

Los opositores ignoran o manipulan el balance social de los dos últimos lustros.

En ese período, cerca de 2 millones de ecuatorianos salieron de la pobreza y la población tuvo mayor acceso a la educación, pues aumentó el número de estudiantes de la enseñanza media en 30% y en el nivel superior en 60%.

Además, crecieron los servicios de salud, mejoró la vialidad y los ciudadanos constataron que las prestaciones adecuadas no eran patrimonio exclusivo de grandes ciudades.

El ejecutivo sostiene que hoy Ecuador es más competitivo con respecto a una década atrás, apuesta por la elaboración de productos con valor agregado y la exportación de materias primas y confía en que las inversiones crearán miles de empleos en el futuro.

Solo los ecuatorianos deben decidir sobre su futuro, pero es válido leer una carta de 50 economistas internacionales publicada en el diario El Telégrafo.

Los firmantes alertaron a los ecuatorianos sobre el eventual regreso del neoliberalismo y la consecuente reducción de la inclusión social y el incremento de la desigualdad.