Por Arnaldo Musa
Un submarino nuclear acaba de sumarse al portaaviones Carl Vinson y las otras numerosas embarcaciones de guerra que Estados Unidos mantiene frente a las costas de la República Popular Democrática de Corea (RPDC).
En tanto, desde Londres, el gobierno británico recomendó la posibilidad de un ataque “preventivo” atómico ante la prosecución del programa nuclear norcoreano.
Precisamente, China, que ha llamado a la mesura al presidente norteamericano, Donald Trump, propuso un plan para que la RPDC congele su programa nuclear a cambio del cese de las maniobras militares que EE.UU. y sus aliados de la zona realizan constantemente y a escala cada vez mayor cerca de los límites del país socialista.
Lo cierto es que EE.UU necesita el conflicto en Corea del Norte para justificar su presencia en la región, donde ha situado misiles de última generación THAAD en Corea del Sur, lo cual ha provocado la protesta de China, que considera amenazado su territorio.
El máximo líder norcoreano, Kim Jong-un, quien acaba de realizar en Rusia su primera visita oficial al exterior, afirmó que "no tememos una guerra con EE.UU. y no dudamos de nuestra victoria".
Mientras, la misión permanente de Corea Democrática en la ONU declaraba que, Pyongyang es firme en su voluntad de "ir hasta el final" en un posible enfrentamiento con Estados Unidos.
Entretanto, llueven las sanciones económicas promovidas por Estados Unidos contra la nación asiática, algo que no ha mermado la actitud de ese país, aislado mediáticamente del resto del mundo, tanto por las maniobras del Imperio como el estilo de vida que le ha hecho desarrollar la ideología Juche, de autoabastecerse y no depender de la ayuda exterior, independientemente de sus fuertes nexos con la República Popular China, que le ayudó a combatir la guerra de agresión promovida por Estados Unidos en 1950.
LE TIENE SIN CUIDADO
En lo que respecta a las sanciones impuestas últimamente por Washington, una de las más recientes es la desconexión del sistema interbancario SWIFT, pero la realidad muestra que el país asiático resiste y avanza a pesar de ello, lo que algunos países occidentales se empeñan tercamente en ignorar.
Ri Gi Song, investigador del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias Sociales de Pyongyang, confesó a la cadena CNN que las sanciones no tenían un impacto adverso en el programa militar del país.
"Más bien vamos más rápido, estamos aumentando aún más nuestra capacidad de defensa nacional, poniendo especial énfasis en la parte nuclear", indicó.
Cierto que los bancos del país han perdido el acceso al sistema bancario internacional, después de que la ONU emitiera un comunicado asegurando que cualquier empresa que cooperara con los bancos norcoreanos violaría inmediatamente las sanciones, pero, esas restricciones no son realmente peligrosas para la economía del Norte de Corea.
El país, de hecho, lo ha mostrado claramente en casos anteriores y lo confirman varios expertos.
Esto significa que el comercio con otros países se hará aún más difícil, pero parece que esto no será un gran problema, teniendo en cuenta que Norcorea defiende los principios del autoabastecimiento y rechaza la ayuda externa.
Para quienes conocimos durante algún tiempo a esa nación, en una época de continuados apagones y desabastecimiento, de continuadas alarmas ante el peligro de un ataque atómico, no nos sorprende que muchos de los problemas del ayer hayan sido superados y confirmado por personas ajenas a las ideas socialistas, pero respetuosas de la verdad.
Así, y a pesar de las sanciones, el país creció el pasado año 1,1%, y en el actual parece que será mayor, según datos de economistas occidentales.
Además, hay que destacar otros pilares en los que se asienta la economía norcoreana. Es poco probable que la desconexión y otras sanciones económicas afecten a los ciudadanos del territorio asiático.
En primer lugar, hay que hablar del tipo de cambio y los precios del mercado de los alimentos.
Incluso, la Asociated Press, sin simpatías por la RPDC, acotó que “los turistas en Corea del Norte se sorprenden de que todos tengan lo necesario y la gente sea feliz".
En los últimos años, el sistema de tarjetas ha dejado prácticamente de funcionar, y ahora la mayoría de los ciudadanos se abastece del mercado, donde los precios se establecen de una manera clásica, es decir, bajo la influencia de la oferta y la demanda. Por eso no hay que esperar un drástico incremento de los precios.
Además, hay que señalar la tasa de cambio. Incluso en tiempos de Kim Il-sung, hasta 1994, Corea del Norte se diferenciaba de los estándares de los países socialistas y apostaba por el liberalismo en política monetaria.
Y en los últimos 15 o 20 años, la moneda extranjera circula casi libremente, destaca Andréi Lankov en su artículo para el Centro Carnegie.
Los tipos de cambio en el mercado son ampliamente utilizados por las organizaciones gubernamentales en sus cálculos entre sí y con los socios extranjeros. Se forman de manera espontánea y, por lo tanto, reflejan la situación real de la economía norcoreana.
Y así transcurre la vida en la República Popular Democrática de Corea, donde cada ciudadano sabe qué hacer en caso de agresión y trata de construir a su manera, en un estilo que puede o no convencernos, pero hay que respetar, un socialismo –subrayo- con sus propias especificidades.
Esto, según Pyongyang, es un objetivo que Estados Unidos pretende destruir y solo podrá ser detenido con la política de la firmeza.
(Tomado de Cubasí)