Por María Josefina Arce
Llegó al poder mediante un golpe parlamentario contra la presidenta constitucional Dilma Rousseff y ahora dice que se alejará de la política en el 2018, pero muy pocos creen al golpista Michel Temer, máxime cuando su partido el Movimiento Democrático Brasileño presentó una enmienda para posponer para el 2020 las elecciones presidenciales que estaban previstas para el venidero año.
La propuesta del partido que dirige precisamente Temer parece determinado a continuar el golpe que quitó de la presidencia a Roussef, ignorando la voluntad de cincuenta millones de brasileños que votaron por la depuesta primera mandataria en los comicios de octubre de 2014.
De acuerdo con las informaciones, ya fue instaurada una comisión especial para analizar la propuesta de enmienda, que significaría un cambio en el cronograma electoral de Brasil, pues el mandato interino de Temer expiraría en 2018, cuando deberían efectuarse nuevamente elecciones presidenciales.
La proposición incluye otros puntos, como un mandato de cinco años para los cargos de elección popular a escala federal, estatal y municipal, al tiempo que busca aumentar a diez años el período de los senadores.
El diputado Paulo Pimenta, del Partido de los Trabajadores, calificó la iniciativa como un “golpe dentro del golpe”, que solo busca ampliar el mandato de Temer.
La realidad es que desde que se convirtió de manera nada limpia en presidente del país sudamericano en 2016, Temer ha estado marcado por críticas a sus medidas económicas de corte netamente neoliberal que han ahondado las desigualdades sociales.
No olvidemos las constantes movilizaciones en contra de la reforma que desconoce totalmente los derechos laborales. De hecho los analistas estiman que si ahora cerca de 13 millones de brasileños están sin trabajo, en un futuro, de aprobarse la propuesta gubernamental, crecería el número de las personas que buscan un empleo.
Por demás, el presidente brasileño y los principales miembros de su partido están bajo investigación por sus nexos con varios casos de corrupción, entre ellos, recibir financiamiento ilegal de la empresa petrolera Petrobras.
Esta enmienda constitucional se presenta cuando las encuestas dan por ganador al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, con el 31 por ciento, al tiempo que sigue en aumento la impopularidad de Temer.
Las encuestas revelan que de cada cien brasileños, 73 creen que Temer es corrupto, 91 opina que su gobierno es malo y 83 quieren elecciones inmediatas, para que el país tenga un presidente legítimo.
Y hacemos énfasis en este último aspecto, pues la maniobra del partido Movimiento Denocrático Brasileño busca extender el ilegítimo mandato de Temer, quien se ha atrevido a opinar sobre la situación en Venezuela, a amenazar con la salida de esa nación del MERCOSUR, Mercado Común del Sur, y a pedir elecciones en su consideración limpias y transparentes.
Sería bueno que Temer trasladase esa preocupación a su país y respetará el cronograma electoral establecido para que retorne el orden constitucional a Brasil.