Por: Roberto Morejón
Las corporaciones estadounidenses fabricantes de armamentos esperan obtener ganancias acrecentadas durante el mandato del presidente Donald Trump, quien suscribió recientemente un lucrativo contrato en Arabia Saudita.
Trump se manifestó en Riad, la capital de Arabia Saudita, deslumbrado por la industria de armamentos de su país.
El gobernante dijo: “Una de las cosas que discutiremos es la compra de montones de precioso equipo militar, porque nadie lo hace como Estados Unidos”.
Se refería a los contratos suscritos y por debatir con Arabia Saudita, Qatar y otros Estados del Golfo, cuyos petrodólares sostienen los pedidos a las industrias del Pentágono.
Durante su escala en Arabia Saudita, Trump arregló la venta de armamento por valor de 110 mil millones de dólares.
A la espera de otros pactos permanecen las principales corporaciones vinculadas con la producción de equipamiento bélico como la Lockheed Martin, BAE System o Boeing, esperanzadas en salir airosas en un contexto de nacionalismo exacerbado.
Los directivos de las transnacionales del sector están alborozados porque los pedidos de armamentos aumentaron a partir de la expansión de la OTAN en países cercanos a Rusia.
La inestabilidad mundial, los focos de tensión en el Oriente Medio y otras regiones y la expansión del autodenominado Estado Islámico son otros argumentos utilizados para formular encargos.
Ahora el presidente Donald Trump se mostró exultante por las transacciones acordadas con Estados del Consejo de Cooperación del Golfo.
El arreglo prevé crear un centro para combatir el terrorismo, supuestamente enfilado contra el autodenominado Estado Islámico.
Además de dirigirlo en la práctica contra Irán y Siria, el acuerdo dará luz verde a la mayor presencia estadounidense en el Oriente Medio y a la expansión de sus ventas de equipo letal en el mundo.
El Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, Suecia, contabilizó un incremento en la carrera armamentista en los últimos 5 años.
Entre las razones arguyó una mayor demanda en la Península Arábiga y el sudeste asiático, regiones que concentran el 43 por ciento de la importación de armas.
De acuerdo con la fuente, entre los principales exportadores sobresale Estados Unidos, con suministros a 100 naciones en 2016.
La venta de pertrechos a países en conflicto es cuestionable, según la legislación internacional, pero la industria estadounidense ignora tales apremios porque los negocios son los negocios.
Sin embargo, es un hecho que NO habrá paz sostenible si prosiguen las grandes asignaciones de recursos de países ricos y de otros con menos poder adquisitivo al desarrollo y producción de nuevos y sofisticados armamentos.
