Por: Guillermo Alvarado
Circuló en estos días la información sobre la existencia de un denominado “Plan Atlanta”, creado en 2012 en esa ciudad estadounidense con el objetivo de derrocar a los gobiernos progresistas de América Latina y El Caribe y consumar lo que dio en llamarse la restauración conservadora, es decir el retorno a los regímenes neoliberales que sembraron de pobreza, tristeza y dolor a nuestra región.
Detrás de esa iniciativa está, por supuesto, el gobierno de Estados Unidos con su ministerio de colonias, la desprestigiada Organización de Estados Americanos, OEA, y algunos expresidentes de orientación marcadamente anticomunista, que añoran con retornar al poder para su beneficio personal.
El tema lo dio a conocer en marzo por medio de un artículo el presidente de la Conferencia de Partidos Políticos de América Latina, el dominicano Manuel de Jesús Pichardo, y hace pocas horas lo reiteró el diario uruguayo La República en voz del ex senador del Frente Amplio, Carlos Baráibar.
El político señaló al antiguo gobernante Luis Alberto Lacalle Herrera de haber participado en el encuentro que dio origen al Plan Atlanta, mientras el vicepresidente Raúl Sendic afirmó que el hostigamiento por parte de los medios de comunicación de que es víctima bien puede tener su origen en este programa.
Se trataría, ni más ni menos, que de una especie de Plan Cóndor “suave”, destinado a quebrantar el orden institucional y crear caos para deponer gobiernos progresistas o propiciar una intervención foránea como supuesta “salvadora” de la democracia.
El proyecto habría tenido un tubo de ensayo en el golpe de Estado contra el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, en 2009, y se probó más tarde con la separación de su cargo del jefe de Estado de Paraguay, Fernando Lugo, por vía parlamentaria.
El Plan Atlanta consta de dos etapas bien definidas, la primera de ella consiste en utilizar a los grandes consorcios mediáticos para realizar una intensa campaña de desprestigio contra gobernantes o líderes de izquierda, utilizando falsedades que los involucren en presuntos casos de corrupción y otros supuestos delitos o, inclusive, utilizar detalles, falsos o no, de su vida íntima.
Cuando esta fase ha prendido en el imaginario popular, se pone en práctica la segunda que consiste en judicializar los falsos hechos por medio de tribunales que previamente fueron trabajados para conseguir una condena.
Un caso ejemplar de estas maniobras fue el golpe contra la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y los procesos que se pretende iniciar contra el ex jefe de Estado y una de las principales figuras de la izquierda para las próximas elecciones, Luis Inacio Lula da Silva, para impedir su candidatura.
El Plan Atlanta también se aplica contra Venezuela, aunque en este caso incluye otras variantes, entre ellas la violencia y actos terroristas destinados a crear un ambiente de desestabilización que podría ser usado para justificar una agresión armada.
Sea lo que sea, lo que se ha vivido hasta hoy en nuestra región pone en evidencia la marcha de una conspiración para detener el ciclo progresista y llevar a nuestros pueblos de regreso al neoliberalismo y la opresión y mantenernos desde el río Bravo hasta la Patagonia como un inmenso patio trasero del imperio norteño.