por Nicanor León Cotayo
Una síntesis de lo escrito durante los últimos seis meses por algunas de sus más cardinales publicaciones permite asomar un inicio de respuesta. De sus diferentes análisis se desprende el siguiente titulo general:
¿Es la elección de Trump síntoma de un mal mayor: la decadencia de Estados Unidos?
Recuerdan que sondeos vuelven a situar su tasa de aprobación en un 37 por ciento, “la más baja de un presidente estadounidense con tan pocos meses al frente del país”.
Avalan el criterio de muchos cuando se declaran preocupados respecto a su real capacidad para gobernar a una potencia como esta.
¿Y qué han dicho sobre lo nuevo en el último medio siglo?
Aunque son los más productivos del mundo han perdido la llamada ética puritana del trabajo, esencial en su desarrollo de siglos anteriores.
Las costumbres modestas del protestantismo fueron sustituidas por un desenfrenado consumismo.
Antes, dicen medios examinados, una parte de la ciudadanía guardaba dinero en cuentas de ahorro.
“Hoy las tarjetas de crédito hacen que las familias se endeuden y vivan “al día”.
“O peor. Cuando cobran, ya han gastado el importe del cheque recibido.”
No es todo, niños de pre escolar exigen teléfonos de alta tecnología y altos precios.
En otros momentos han alertado que ya no se ven infantes jugando en las calles.
¿Y dónde están? Recluidos en la casa mirando televisión, sus tabletas o juegos de video.
Muy pocas veces las familias se sientan juntas a cenar, y si lo hacen por lo general cada uno mira su teléfono.
En la era de las comunicaciones, sentencian esos artículos, “los seres humanos hablamos menos entre nosotros”.
Ha aumentado el número de personas que sufren depresión, así como otra serie de trastornos de salud.
Al final una trágica confesión, muy bien ajustada a la realidad que se vive en Estados Unidos.
La política ha cambiado también, más que nunca antes se mueve con dinero y más dinero.
Lo decidido por la Corte Suprema de facilitar a compañías hacer “donaciones” sin límites a cruzadas electorales “ha empeorado un problema ya grave”.
Lo que se gasta en cada elección es inmoral, porque los políticos se atan con quienes les hacen llegar dinero.
Pero hay un ejemplo arrollador en cuanto a ese último párrafo y que consiste en lo siguiente:
La multimillonaria National Rifle Association ha impedido cualquier política sensata sobre el control de la venta de armas en Estados Unidos.
¿Cómo? Ha distribuido un océano de millones de dólares entre quienes aprueban las leyes en el Capitolio y el Poder Ejecutivo de Washington.
Es una sociedad donde se valora más a cualquier celebridad del cine o la televisión que a un maestro de escuela.
Un deportista gana muchas más veces que un profesor universitario, un médico o un científico que investiga la cura del cáncer.
Se multiplica el presupuesto para las armas, pero se disminuye el de la educación.
Luego subraya una interesante conclusión que aborda por qué Donald Trump llegó a la presidencia.
Quizás estos problemas y confusión en la escala de valores llevaron a que tantos votaran por Trump.
El supo hablarles de sus frustraciones, aunque hasta ahora no ha presentado ningún plan coherente para aliviarlas.
Sin embargo, obtuvo en las elecciones presidenciales de 2016 menos sufragios directos que su rival Hillary Clinton.
O sea, como en las del año 2000, ganó el perdedor y fracasó el ganador.
(CubaSí)