Por Arnaldo Musa
Las burlas de la administración de Trump se convirtieron en pánico, cuando dos pruebas misilísticas norcoreanas demostraron la capacidad de Pyongyang de bombardear nuclearmente territorio continental norteamericano.
De inmediato, el mandatario estadounidense Donald Trump reunió al Consejo de Seguridad y logró que este, por primera vez, aprobara unánimemente el aumento de las sancione económicas contra la República Popular Democrática de Corea por violar las disposiciones del ente de suspender tales pruebas, tal como quería Washington.
La aprobación por Rusia y China de sanciones que afectarán a la tercer parte de las exportaciones del país asiático y daría un fuerte golpe a la calidad de vida de la población, produjo enseguida trasnochadas elucubraciones de comentaristas de toda laya, incluidos progresistas, que llegaron a decir que en ello jugaban antiguas disquisiciones sobre presunta hegemonía entre Stalin y Mao.
Cierto que no es de fácil la explicación, independientemente de que somos partidarios de un mundo sin armas nucleares. Ya Rusia y China habían advertido a la RPDC acerca del peligro de la confrontación, que abarcaría por lo menos a la península coreana y Japón, así como mares y zonas aledañas al territorio chino, en el menos grave de los casos.
Sin embargo, de todo ello ha resurgido con más fuerza el llamado de ambas naciones a que Estados Unidos y la RPDC vayan a la mesa de diálogo, esta vez sin las interferencias insolentes de la administración estadounidense, agravadas desde la asunción de Trump.
En este contexto, Pyongyang y Seúl conversaron hace unas horas en Manila, Filipinas, pero la RPDC volvió a expresar su desconfianza en las proposiciones que ya habían sido dadas a conocer por las actuales autoridades surcoreano, porque, independientemente de la buena voluntad, las fuerzas militares surcoreanas siguen a pies juntillas todo lo que ordene Estados Unidos, y en estos momentos siguen jugando un papel clave con el despliegue militar conjunto frente a las cotas norcoreanas y en las proximidades de la Línea de Demarcación Militar.
Trump ha dicho recientemente que está dispuesto a conversar con Corea Democrática, estableciendo condiciones acerca del cese del programa nuclear del país asiático, hecho que solo tiene la novedad de la primera exposición al respecto hecha por Estados Unidos, porque desde hace varios meses la RPDC ha llamado repetidamente al diálogo, pero sin condiciones.
La RPDC ha sido clara respecto a que es partidaria de la desnuclearización de la península, porque nunca se menciona que Estados Unidos tiene ojivas nucleares apuntando al Norte desde el Sur, sin que se hable sobre igual situación en las bases militares que tiene en Japón, lo cual incluye al territorio nipón en un blanco del conflicto, algo que el pueblo japonés aborrece desde los injustificados y genocidas bombardeos atómicos norteamericanos contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, realizados respectivamente el 6 y 9 de agosto de 1945, hace 72 años, y cuyas secuelas continúan.
En cuanto a que las sanciones hagan desistir a las autoridades norcoreanas de sus objetivos es algo que, pienso, es inútil, porque se ha demostrado que los llamados de Estados Unidos a “aumentar la presión global” excluyen la posibilidad de cualquier diálogo sobre la desnuclearización de la península coreana.
Es bueno tener en cuenta una de los más recientes comunicados de la Agencia Telegráfica Central de Corea (KCNA, por sus siglas en inglés), en el sentido de que "Estados Unidos debe reconocer el hecho de que la RPDC nunca pondrá sus armas nucleares y sus misiles balísticos en la mesa de negociaciones, a menos que ponga fin a su política hostil hacia Pyongyang".
Trump dejó a un lado su actitud insolente para pedir la máxima presión contra Pyongyang, y aplaudió frenético cuando logró que el Consejo de Seguridad arremetiera unánimemente contra la economía norcoreana, lo cual hizo declarar lógicamente a Pyongyang que “hablar de una acción global acusando a un Estado soberano de usar su legitima opción de autodefensa, es una clara manifestación de la política de la fuerza por Trump, diseñada para defender los intereses de Estados Unidos, sacrificando a otros", y agregó que en esas condiciones "el diálogo sobre el desmantelamiento de las armas nucleares de la RPDC es imposible".
Y aunque se sigue explotando la posición de China y Rusia acerca del apoyo a las sanciones, cuestión en la que Pyongyang se muestra cauteloso, lo cierto es que Beijing y Moscú llamaron a Corea Democrática a suspender sus pruebas balísticas nucleares, pero también a Estados Unidos a aliviar las tensiones en la península coreana, y en este acápite destacaron que el diferendo con la RPDC no es excusa para el despliegue del sistema Defensa Terminal de Área a Gran Altitud (THAAD, por sus siglas en inglés) en suelo surcoreano, ya operativo, y que constituye un fuerte peligro para toda la región.
(Tomado de Cubasí)