Lejos de erradicar el hambre mundial

بقلم: Maite González Martínez
2017-09-18 09:15:19

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Imagen ilustrativa. (Foto/archivo)

Por: Guillermo Alvarado

Un informe elaborado por diversas agencias de la Organización de las Naciones Unidas reveló que en 2016 el hambre creció en todo el mundo, luego de una década y media de tímidos progresos en este tema, lo cual significa que se está cada vez más lejos de la meta de erradicar este flagelo para 2030 como está propuesto.

En la elaboración del documento se utilizaron datos aportados por los Estados, la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura, la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO y la Mundial de la Salud, entre otros, gracias a lo cual se da una dimensión global a un problema endémico de la humanidad.

La conclusión indica que el año pasado 815 millones de personas en el planeta pasaron hambre, 38 millones más que en 2015, lo que no resultó una novedad para los especialistas porque había suficientes elementos para prever el alza.

Básicamente se apunta a tres variables como responsables de esta situación: los prolongados conflictos armados, que están lejos de una solución; los desastrosos efectos del cambio climático; y los severos problemas económicos y de desarrollo en muchos países.

Siria lleva ya seis años de una feroz guerra impuesta por las potencias occidentales y algunos países árabes y apenas ahora comienza a mirarse un atisbo de solución, si bien el silencio definitivo de las armas no se espera en un corto plazo, menos aún la reconstrucción de todo lo dañado.

En Sudán del Sur, prácticamente recién nacido y con escasas posibilidades de sobrevivir, se declaró la hambruna el año pasado, y otros tres están a punto de caer en este estado, Yemen, Somalia y Nigeria, y el común denominador en todos los casos es la guerra. De hecho, seis de cada diez personas que sufren hambre viven en lugares donde hay enfrentamientos armados.

Luego están las consecuencias del cambio climático, con fenómenos meteorológicos, sean tormentas o sequías, cada vez más grandes y prolongados, que han arruinado extensas zonas cultivables, lo que significa la miseria para los productores y los consumidores.

En este aspecto se combina la tercera variable, la crisis económica que se abate con más rigor en distintas regiones. No es lo mismo un desastre en una nación industrializada, que tiene posibilidades para recuperarse en un tiempo breve, que en una perteneciente al llamado mundo pobre, donde las pérdidas para las familias pueden ser definitivas.

Los autores del informe señalan que en medio de todo esto priman desigualdades que podrían resolverse pensando y actuando de otra manera, porque el planeta genera suficientes alimentos para los 7 mil 500 millones de habitantes, pero algunos tienen para derrochar y desperdiciar, mientras muchos carecen casi de todo.

El colmo es que mientras se gastan miles de millones de dólares en armas y guerras, el Programa Mundial de Alimentos denunció que no existen fondos para combatir el hambre en África. La paradoja de nuestros tiempos: para matar, siempre aparece dinero, para salvar vidas, casi hay que suplicarlo.



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