Por: Guillermo Alvarado

Este domingo se celebrarán en Alemania, la economía más poderosa de la Unión Europea, elecciones legislativas que no representan ningún riesgo para la canciller federal, Ángela Merkel, quien se encamina plácidamente hacia su cuarto mandato consecutivo ante la ausencia de algún rival de peso capaz de hacerle sombra.

De acuerdo con los sondeos de intención de voto el partido de la gobernante, la Unión Cristianodemócrata, CDU por sus siglas en alemán, alcanzará entre 36 y 37 por ciento de los sufragios, bastante lejos de su inmediato seguidor, Martin Schultz, del Partido Socialdemócrata, SPD, al que le pronostican de 20 a 24 por ciento.

A mediados de septiembre del año pasado se anunciaban unos comicios cerrados debido a la baja popularidad de Merkel, criticada entonces en su propia formación política por su apertura a los inmigrantes cuando toda la Unión Europea hacía precisamente todo lo contrario y trataban de echarlos de sus fronteras.

Esta percepción se fortaleció en enero, cuando Schultz fue nominado candidato por los socialdemócratas y llegó hasta el 30 por ciento de simpatías, algo inédito en los últimos años.

Sin embargo el expresidente del Parlamento Europeo, aunque criticó las reformas laborales, el aumento del desempleo y las desigualdades provocadas por el gobierno  demócrata cristiano, no supo articular una propuesta diferente para el país y su encanto fue perdiendo aire paulatinamente, hasta quedar sin posibilidades de alcanzar una victoria.

Merkel aprovechó muy bien la perplejidad causada por las torpezas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y se perfiló como la figura capaz de hacerle frente para proteger los intereses europeos y, de manera particular, los alemanes. En esta coyuntura muchos la ven como indispensable para el equilibrio en la comunidad internacional, puesto en peligro por el jefe de la Casa Blanca.

Ganó adeptos, además, con una posición dura ante iniciativas como compartir los riesgos del endeudamiento público en el bloque europeo, o las pérdidas ocasionadas por el abultado déficit fiscal que tienen algunos socios.

Así pues, para los comicios del domingo quedan sólo algunas dudas por resolver y ninguna de ellas tiene que ver con quién dirigirá el gobierno en los próximos años.

La primera cuestión es saber cuál será la coalición que Merkel buscará para formar el ejecutivo. Pocos se atreven a pensar que podría gobernar en solitario, así que hay expectativas por conocer su política de alianzas, que dependerá, por supuesto, de los resultados que obtengan los principales partidos, entre ellos los Social Cristianos de Baviera -sus actuales aliados-, los liberales y los verdes.

Otra incógnita es cuán grande será la derrota de Schultz y los socialdemócratas y, finalmente, cuánto avanzarán en el Congreso Federal los ultraderechistas agrupados en el Frente por Alemania. En cuanto al partido de izquierda Die Linke sólo se le atribuye un ocho por ciento de votos.

Merkel seguirá siendo la mujer más poderosa del mundo durante cuatro años más, lo que parece tranquilizar a sus socios europeos que busca apuntalar un proyecto que podría haber nacido para más cosas de las conseguidas hasta ahora.