Por: Guillermo Alvarado

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fracasó por tercera ocasión consecutiva en su intento de desmontar el programa de salud elaborado por su antecesor, Barack Obama, que permitió a millones de ciudadanos acceder a un seguro médico, condición indispensable para recibir atención profesional, que en “el país de las oportunidades” está limitada al monto de la prima pagada a una empresa privada.

Recordemos que en la principal potencia económica del planeta la salud no es un derecho, es una mercancía, el paciente no es un ser humano que sufre, sino un cliente y las posibilidades de recibir los cuidados para reducir sus sufrimientos dependen del tamaño de su billetera.

Si usted, por ejemplo, tiene un hijo con una malformación que amenace su vida, pero su seguro no es suficiente para cubrir los gastos del tratamiento, bien puede acompañarlo hasta su muerte en las escaleras de un hospital, a donde nunca lo dejarán entrar.

Las reformas a este “humanitario” sistema puestas en marcha por la administración anterior a Trump no atacaban a su núcleo, justamente su inhumanidad, pero al menos propiciaban que millones de personas excluidas hasta entonces pudiesen alcanzar el privilegio de contratar un seguro.

El así llamado “Obamacare” obligaba a las aseguradoras a otorgarles un contrato a trabajadores de pequeñas y medianas empresas cuyos propietarios no tenían capacidad de hacerlo, o a personas que padecen enfermedades “excluyentes”, como diabetes, obesidad o cáncer.

Es decir que no resolvía el problema de fondo, garantizar la salud universal a todos los habitantes, pero al menos incluía a millones que hasta entonces permanecían fuera del circuito de los privilegiados y preveía que en un cierto plazo no hubiese ciudadanos sin una póliza que presentar cuando tuviesen que acudir a un hospital.

Pues resulta que aún ésta limitada reforma provocó la ira de Trump y varios de los miembros del partido Republicano, fanáticos de la “libertad de empresa” sin ninguna restricción. Según el presidente, nadie tiene derecho a limitar la acción de las compañías aseguradoras, menos aún a destinar fondos federales para atender cosas tan banales, según él, como la salud de la población.

Diversos estudios señalaron que si el presidente hubiese tenido éxito en sus tentativas, entre 16 y 32 millones de estadounidenses habrían perdido su cobertura médica de aquí al 2026, pero eso sí, las aseguradoras habrían protegido sus ganancias.

Afortunadamente tres senadores del partido Republicano decidieron oponerse al proyecto de Trump: John McCain, Rand Paul y Susan Collins, lo que impidió que el tema fuese llevado a votación y evitarle una “humillación” al presidente

Como se sabe, en el senado hay 48 miembros del partido Demócrata y 52 del Republicano, pero afortunadamente esa mayoría no funciona automáticamente y eso evitó que el pueblo estadounidense fuese víctima de un escarnio.

Donald Trump aseguró que un día tendrá suficientes votos para eliminar el “Obamacare” y esperamos sinceramente que eso ocurra cuando ya no sea presidente.