Unidad palestina: Remedio contra el genocidio sionista

بقلم: Martha Ríos
2017-10-14 18:35:18

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Imagen de Archivo

Por Arnaldo Musa

Delante de sus narices, Israel acaba de asistir a la unidad de las dos principales facciones palestinas, Al Fatah y Hamas,  con la mediación de un gobierno árabe como el de Egipto, no tan oponente, pero, asegura, dispuesto en esta ocasión a ayudar a la causa palestina y promover la paz interna, cuestiones que van de la mano.

Lo importante de la decisión estriba no solo en que ambas entidades finalizan una división inútil y banal, con aristas muy sangrientas, sino que desde el primer momento establecieron en El Cairo que la parte administrativa pase a la región de Cisjordania y la Organización de de Liberación de Palestina, residente allí, tenga igual potestad sobre la Franja de Goza, donde prevalece Hamas.

Es decir, todo ha sido muy elaborado, sin premura, pero con la decisión de mantener esa unidad contra viento y marea, a pesar de que las “preocupaciones” de Israel se preparan a manifestarse, como siempre lo hace, a sangre y fuego.

Y es que la política de ocupación del régimen de Israel, destinada a impedir la conformación de un Estado palestino, judaizar los territorios ocupados y en especial Al Quds – Jerusalén –, requiere tomar medidas efectivas que permitan poner fin a los crímenes de la entidad sionista.

Lo cierto es que para el venidero mes de noviembre las otras facciones palestinas se reunirán en la capital egipcia con el fin de hacer más fuerte esa unidad y eliminar una política contraproducente, anárquica, que solo sirve a los intereses sionistas.

La falta de unidad propició la constante masacre del pueblo de Gaza, los asentamientos de las colonias israelíes en Cisjordania y la expulsión de los árabes de las tierras que durante centenares de años tuvieron en Jerusalén.

Una unidad que debe servir para aunar acciones contra un enemigo poderoso, que cuenta con el apoyo de la nación más fuerte económica y militarmente del mundo, como Estados Unidos, donde los lobbies sionistas compran a legisladores y campean por sus respetos en las decisiones del Congreso; y una inteligencia como el Mossad, posiblemente la mejor organizada del mundo, que ha penetrado en foros revolucionarios y moldeado decisiones que le eran adversas al Imperio.

Seguramente, si se lleva a cabo una política lógica, factores progresistas de la región del Medio Oriente, como Irán, y otros que, a pesar de sus limitaciones, dicen apoyar al pueblo palestino, contribuirán a que este importante gesto unitario se desarrolle aún más, sin que se vuelvan a producir las inútiles y descabelladas fragmentaciones, siempre esperadas, y promocionadas,  por Tel Aviv.

Así, se podrá aspirar a echar por tierra el plan que aplica actualmente Israel de apoderarse de tierras y llenarlas con brutales colonos armados que, defendidos por el ejército, hacen estragos en los huertos, entre los escolares y en los hogares palestinos; es, como lo ha calificado la investigadora estadounidense Sara Roy, desarrollar la sociedad palestina, hacer la vida imposible de manera que los palestinos se vayan, o que se rindan de alguna manera, o que hagan algo tan ilógico como contraproducente, que es hacerse saltar en pedazos.

Desde 1967, sus dirigentes han sido encarcelados y deportados por el régimen de ocupación israelí, los pequeños negocios y granjas han sido llevados a la ruina a través de la confiscación o la simple destrucción, han impedido que los estudiantes estudien, han clausurado universidades (a mediados de los años 80, las universidades palestinas en Cisjordania fueron clausuradas durante cuatro años.)

Ningún campesino o empresario palestino puede exportar directamente a un país árabe; sus productos deben pasar a través de Israel. Se pagan impuestos a Tel Aviv, incluso después de que el falso proceso de paz de Oslo comenzara en 1993, negociaciones estériles conducentes a la miseria, planeadas y organizadas por un equipo estadounidense de antiguos empleados del lobby israelí como Martin Indyk y Dennis Ross.

Israel seguía controlando la frase "proceso de paz", recibiendo una aureola consagrada que permitía más abusos, asentamientos, encarcelamientos, sufrimiento palestino que antes, incluyendo un Jerusalén Este "judaizado," medio millón de colonos, o vigilantes bien armados, y una Franja de Gaza, superpoblada, cercada y en espera de una nueva agresión genocida.

De ahí la importancia de la unidad palestina, que debe tener el apoyo, subrayo, de todos los que creen en una causa más que justa.

(Tomado de Cubasí)

 



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