Por: Roberto Morejón

Sindicatos chilenos se preguntaron cómo el candidato presidencial de la derecha Sebastián Piñera puede arrogarse la representación de los trabajadores, si es un baluarte de las élites acaudaladas del país, sin afectarse cuando rebajan los gastos públicos.

La caída de esas erogaciones y la privatización a ultranza son algunos de los postulados del ex presidente Piñera, quien vuelve a pretender el sillón en el Palacio de la Moneda e irá a segunda vuelta con su oponente Alejandro Guillier.

Sebastián Piñera es la tercera persona en Chile con más dinero en sus arcas, con dos mil 500 millones de dólares.

NO se trata de una lista con pocos enriquecidos dada la distintiva desigualdad imperante en el país austral, con alta concentración de fortunas en la minoría y una creciente masa de ciudadanos de clase media y pobres atenazados por las deudas.

A pesar de su gran peculio, Piñera fue el más favorecido con los aportes de empresarios y entidades financieras a su campaña electoral, en contraposición a su rival Alejandro Guillier, quien NO los recibió.

Los adherentes a Piñera están entusiasmados por la posibilidad de llevar a la presidencia a un frenético defensor del libre mercado.

Piñera, quien según la revista Forbes es la cuadragésimo novena persona más poderosa del planeta, se ufana de su aval de empresario devenido en político y representante de la conservadora Chile Vamos.

Para avanzar en sus planes deberá rehuir el mote de ser representante de los ricos y rebatir las denuncias de llevarse parte de sus recursos a paraísos fiscales, para eludir el pago de impuestos en Chile.

Si bien las encuestas fallaron al otorgarle un caudal de intenciones de votos por encima del 36 por ciento obtenido en la ronda inicial de sufragios, Piñera confía en agrupar a las corrientes políticas y sectores empresariales de derecha con vista al 17 de diciembre.

Las élites económicas se niegan, junto a Piñera, a alterar el injusto orden en Chile e incluso abogan por retroceder en la gratuidad de la educación.

Los sectores con más recursos también se oponen a las demandas de mejoras laborales de los sindicatos.

NO por casualidad la presidenta de la central Única de Trabajadores, Bárbara Figueroa, señaló que el peor escenario para los obreros es el retorno de la derecha al gobierno.

O sea, una parte de los gremios creen ficticias las promesas de Piñera de ser sensible a sus peticiones y priorizar la creación de empleos.

Por el contrario, aducen, el multimillonario aspirante ahondará las políticas consumistas inherentes al capitalismo salvaje, en un país donde los salarios son bajos y la protección social está por debajo de los requerimientos.