Por: Guillermo Alvarado
La contundente victoria del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, en las elecciones municipales de ese país, donde se alzó con 300 de las 335 alcaldías, más la gobernación del estado de Zulia que estaba pendiente de definir, consolidaron el mandato del presidente Nicolás Maduro y las ideas del fundador de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez.
Además las urnas demostraron que la oposición, aglutinada en la llamada Mesa de la Unidad Democrática, MUD, se mantiene en un orden totalmente disperso, huérfana de liderazgo y recibe el pago de sus acciones violentas, que en reiteradas oportunidades han enlutado a la población.
Si bien hubo partidos que se negaron a participar en los comicios, esto no significa para nada la ausencia de la derecha, como lo demuestran las corporaciones municipales que lograron ganar, entre ellas las de Chacao, Baruta y El Hatillo, que quedaron en las manos de Primero Justicia, la agrupación de Henrique Capriles.
Las disputas internas de la MUD, con acusaciones y descalificaciones públicas entre los cabecillas, la sed de poder que los llevó a presentar varios candidatos en un mismo municipio, una evidencia clara de las divisiones que sufren, así como la imagen de crisis permanente que dan a la sociedad venezolana, figuran entre las causas de su debacle en un evento cuya transparencia, orden y legalidad fue confirmado por los observadores nacionales e internacionales que acudieron a la Patria de Bolivar, donde constataron la ausencia irregularidades.
Se trata de un tercer fracaso en línea de la oposición derechista, tras el sufrido en la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, cuando la población ignoró sus llamados a la abstención y salió en masa a sufragar. El segundo fiasco tuvo lugar en la votación para gobernadores, que terminó de desmoralizar a su menguada base social y preparó el escenario de lo ocurrido en las municipales.
Maduro y el chavismo salieron fortalecidos, si bien esto no significa que todas las amenazas vayan a desaparecer en un futuro inmediato.
Se mantienen la guerra económica y las agresiones de la ultraderecha regional, las sanciones de Donald Trump, que no descarta una intervención directa, así como la injerencia de algunos miembros de la Unión Europea.
Para el gobierno de Maduro vienen retos grandes, entre ellos fortalecer la economía, combatir el desabastecimiento artificial en los mercados, consolidar la alianza con los más amplios sectores de la población, profundizar la confianza en que las ideas del chavismo permanecerán por encima de todas las dificultades y enfrentar a los enemigos internos, de manera particular a la corrupción que tanto daño hace, no sólo a los dirigentes y funcionarios, sino que a todo el proceso en general.
Las victorias del PSUV son noticias alentadoras en tiempos difíciles, no nada más para Venezuela, sino que para todos los movimientos progresistas y de izquierda en la región, sometidos a una feroz guerra por la gran prensa derechista y los representantes del gran capital, ávidos por apoderarse de nuestros recursos, sean humanos, naturales y espirituales.
