Por: Roberto Morejón

 A veces con flores, otras con poemas y canciones, siempre con vítores, en las provincias cubanas recibieron en los últimos días a pioneros, jóvenes estudiantes, obreros, campesinos y veteranos de la insurrección contra la dictadura de Fulgencio Batista que reeditaron la caravana de la libertad.

Una expedición de ese tipo fue encabezada por el líder histórico de la Revolución Fidel Castro en 1959 y siguió una ruta de más de mil kilómetros desde la oriental Santiago de Cuba hasta La Habana, como expresión de la victoria y eficaz intercambio con los pobladores.

Cada año recién iniciado las nuevas generaciones unidas a los más longevos y en muchos casos actores directos de la última etapa de la epopeya revolucionaria recuerdan la famosa caravana de 1959, protagonizada por los míticos barbudos que lucharon en la Sierra Maestra.

El comienzo de 2018 trajo consigo la repetición de la Caravana, saludada, al igual que las anteriores, en las principales ciudades como parte del permanente homenaje a la Generación del Centenario, alzada contra la dictadura desde el fulminante ataque al cuartel Moncada en Santiago de Cuba en 1953.

Al paso de la caravana, los adultos mayores recuerdan aquellos días posteriores al triunfo de enero de 1959 cuando acogieron con extraordinario júbilo el paso del Ejército Rebelde por la larga ruta de Oriente a Occidente.

Los habaneros en particular rememoraron la concentración en el otrora cuartel militar de Columbia, donde el autor del alegato La Historia me absolverá habló en una prolongada jornada que concluyó en la madrugada del 9 de enero de 1959.

Fidel Castro destacó entonces que mientras se percataba del extraordinario júbilo de sus compatriotas al paso de la caravana de la libertad, más grande era la preocupación, porque mayor era también la responsabilidad ante la historia y ante el pueblo de Cuba.

El joven abogado cumplió con sus múltiples responsabilidades como estadista, político y estratega de una Revolución cuya obra fue apoyada por la mayoría de los que lo aclamaron entonces y las siguientes generaciones.

Así debía ser porque el proceso victorioso en 1959 fue una continuidad histórica de las luchas desde mil 868 contra el colonialismo español, siempre con el faro del ideario de José Martí, quien abogó y dio su vida por una patria mejor.

Cincuenta y nueve años después del desplazamiento triunfante de los barbudos hacia Occidente, sigue siendo difícil el camino de la Revolución y persisten las amenazas, pero el país robustece sus instituciones, actualiza su modelo económico y sin traumatismos la generación histórica traspasa la dirección hacia los más jóvenes.