Por: Guillermo Alvarado
La economía mundial creció durante el año pasado, pero el 82 por ciento de la riqueza creada fue a parar al uno por ciento de la población, mientras la mitad de los habitantes del planeta no se beneficiaron en absoluto por esta situación, reveló un informe difundido en ocasión de la realización del Foro de Davos, Suiza, donde se reúnen políticos, empresarios y potentados.
El estudio fue elaborado por la organización no gubernamental Oxfam y pone de manifiesto cómo cada año en lugar de disminuir, crece más la brecha entre quienes más poseen y los menos favorecidos.
Quizás el dato más gráfico del documento es que sólo ocho personas, todos hombres, tienen más riqueza que tres mil 600 millones de seres humanos, que constituyen la mitad más pobre y cuyo patrimonio no crece a pesar de sus esfuerzos. Por el contrario, la cifra de multimillonarios se incrementó más que nunca entre 2016 y 2017.
Jörn Kalinski, de Oxfam Alemania, calificó a la desigualdad como un veneno para la sociedad y la principal traba hoy día para eliminar la pobreza mundial.
La situación no es nueva para nada, porque la concentración de ganancias en el exclusivo uno por ciento de la población se mantuvo durante los últimos 25 años y, vaya paradoja, se aceleró durante la crisis financiera global que estalló en 2008.
Con respecto a América Latina y El Caribe la situación no es muy diferente. De acuerdo con el texto, el diez por ciento de los habitantes de nuestra región concentra el 68 por ciento de la riqueza, mientras la mitad de las personas no poseen sino apenas el tres y medio por ciento.
Para que se tenga una idea, el patrimonio de los más ricos en latinoamérica creció en la bicoca de 155 mil millones de dólares el año pasado, una cifra que bastaría para acabar con la pobreza monetaria en todos los países del área.
En el último escalón de esta categoría se encuentran las mujeres, y en la región las indígenas, las más pobres de los pobres. Ellas trabajan entre 12 y 16 horas diarias en labores no remuneradas, como la agricultura doméstica, las tareas de la casa, la atención de los niños y los ancianos y en no pocas ocasiones en la venta en los mercados de los escasos productos que cosechan.
La situación genera otros problemas, entre ellos la emigración masiva hacia Estados Unidos de los jóvenes, y los hombres en general, lo que provoca el penoso fenómeno de pueblos habitados casi solo por mujeres, niños y personas de la tercera edad.
La pregunta es si ¿estarán acaso estos temas en la agenda de los potentados que se reunirán a partir de mañana en Davos? ¿O irán allí a diseñar estrategias para ganar aún más este año? Apuesten amigos a que la segunda es la respuesta correcta. FIN