Por: Guillermo Alvarado

El silencio electoral prevalece desde este jueves en El Salvador, también conocido como “El pulgarcito de Centroamérica”, donde el domingo 4 de marzo se celebrarán comicios para renovar la Asamblea Legislativa y las alcaldías en los 262 municipios que componen el país.

Poco más de cinco millones 100 mil ciudadanos están habilitados para ejercer el sufragio, si bien en estas votaciones, llamadas de medio término y donde no está en juego la presidencia, la ausencia a las urnas suele ser elevada.

De hecho, buena parte de la campaña de los partidos políticos tuvo como eje convencer a sus simpatizantes a participar en el evento, que antecede a las presidenciales programadas para el 3 de febrero de 2019.

Como es habitual, la lucha estará centrada en dos formaciones políticas, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, y la conservadora Alianza Nacionalista Republicana, ARENA, que responde a los intereses de los sectores económicos poderosos y es afín a las políticas de Estados Unidos hacia la región.

En estos momentos ARENA tiene una ligera mayoría, con 35 diputados en la Asamblea, de 84 miembros, en tanto el FMLN es la segunda fuerza en ese órgano legislativo, con 31 curules.

En la pugna no son ajenos los intereses geopolíticos de Washington, que trata de alinear a El Salvador con otros gobiernos dóciles a sus dictados, como Guatemala y Honduras.

No hay que olvidar que todavía el Pentágono tiene una base militar ubicada en Comalapa, donde también funciona el Aeropuerto Internacional Oscar Arnulfo Romero. Por cierto, esa instalación estadounidense fue aprobada de manera formal por mayoría simple en la Asamblea Legislativa en el año 2000, gracias a los votos de ARENA y otros pequeños partidos de derecha.

Estados Unidos también mantiene obvio apetito por el Golfo de Fonseca, cuyas aguas comparten El Salvador, Honduras y Nicaragua. Son razones suficientes para que un grupo de congresistas del partido Demócrata pidieran al secretario de Estado, Rex Tillerson, a que se mantenga neutral y no intervenga en los comicios del próximo domingo.

Para el Frente es crucial obtener la mayoría en el organismo legislativo, como también lo es retener la alcaldía de la capital, la ciudad de San Salvador, la más poblada del país y que representa múltiples complejidades que van desde el ordenamiento urbano hasta el tema de la seguridad.

Algunos observadores señalan que estas elecciones podrían ser un espejo de las presidenciales del próximo año, cuando la derecha conservadora intentará frenar el proceso de transformaciones que lentamente, pero sin pausa, lleva adelante el FMLN para lograr un país más justo y donde los tradicionalmente olvidados encuentren un aliciente que les permita permanecer en su terruño, sin salir a perseguir un sueño en el norte, que habitualmente termina en pesadilla.