Por María Josefina Arce
Catorce de los 25 países con las tasas más altas de feminicidios están en América Latina, donde se estima que 1 de cada 3 mujeres mayores de 15 años ha sufrido violencia sexual, de acuerdo con ONU Mujeres.
El organismo de la Organización de Naciones Unidas estima que pese a algunos avances, sobre todo en naciones con gobiernos progresistas, aún falta mucho para ofrecer una verdadera protección a las niñas y mujeres de América Latina y El Caribe.
"Hacen falta recursos presupuestarios para la implementación de políticas públicas, continuidad y coordinación en las políticas y planes nacionales, acceso a la justicia con visión de cero impunidad, y un cambio en los patrones culturales patriarcales que naturalizan la violencia contra las mujeres de la región", enfatizó ONU Mujeres.
En el camino a la protección de ese importante sector poblacional destaca Nicaragua, que bajo el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional registra en la actualidad avances en el respeto a la integridad y los derechos humanos de las féminas.
Nicaragua es hoy una de las naciones de Centroamerica con menos feminicidios registrados en el último lustro. De acuerdo con estadísticas regionales, en ese país tuvieron lugar en 2017 unos 322 casos, la cifra más pequeña del área, pero que las autoridades sandinistas estiman es aún muy elevada, pues no debe contabilizarse ni una mujer víctima de la violencia.
Para ello han trabajado desde que en 1979 llegaran al poder y tras su retorno en 2007, con la implementación de programas socio-productivos, con enfoque de género, que benefician a miles de ciudadanas nicaragüenses.
Ya en 1987 el gobierno revolucionario sandinista aprobó una constitución política que recoge y define claramente que la mujer en Nicaragua tiene los mismos derechos y oportunidades que los hombres y obliga al Estado a promover espacios de igualdad.
Sin embargo, tras el ascenso de la derecha en los años noventa las políticas neoliberales aplicadas en el país, dieron al traste con estos avances al limitar el papel en la sociedad de la mujer, quien volvió a ser invisible y marginada.
Pero en la actualidad, las féminas han ido recuperando su rol en el desarrollo del país y participan y son protagonistas de iniciativas que les permiten consolidar su espacio como sostén de familia, principalmente en los hogares más empobrecidos.
Así tenemos Usura Cero, que comprende la entrega de créditos para pequeños negocios, y Hambre Cero para fomentar la producción de alimentos.
De acuerdo con la CEPAL, Comisión Económica de la ONU para América Latina y el Caribe, en su informe anual 2017, hoy el 48 por ciento de las mujeres nicaragüenses mayores de 15 años participa de manera plena en la actividad económica del país.
El gobierno sandinista también promovió en 2014 una reforma de la Constitución Política de Nicaragua en la que se instituye como ley que el 50 por ciento de mujeres y el 50 por ciento de hombres, en complementariedad, ocupen cargos en el Ejecutivo, Parlamento y Municipalidades.
De hecho la nación centroamericana ocupa el sexto lugar en equidad de género a nivel internacional, según un informe del Foro Económico Mundial de 2017.
Managua cerró más del 80 por ciento las distancias que la separaban de la equidad, y alcanzó la igualdad entre mujeres y hombre en puestos ministeriales en tres años, conforme con el Índice Global de la Brecha de Género, que incluyó a 144 países.
Incansable ha sido el trabajo de las autoridades sandinistas a favor de la mujer, que poco a poco ha ido recuperando el papel que le corresponde en la sociedad, hoy más justa y equitativa también gracias a su colaboración y a su lucha por la independencia y soberanía de Nicaragua.