Por María Josefina Arce

Cuba fue el primer país en firmar la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres, aprobada por la ONU en diciembre de 1979, al tiempo que cuenta con un marco normativo dirigido a promover la equidad de género en todas sus instituciones.

Ardua ha sido la tarea en estos casi sesenta años de revolución, si tenemos en cuenta que antes de enero de 1959 las féminas representaban solamente 17 por ciento de la población laboral activa y recibían un salario notablemente inferior al del hombre por un empleo similar.

Estaban por demás, limitadas al papel de ama de casa y eran mayoría entre las más de 800 mil personas analfabetas que había en ese momento, de acuerdo con investigaciones de la época.

Hoy Cuba puede decir con orgullo que ha cumplido el Objetivo de Desarrollo del Milenio referido a la promoción y el empoderamiento de la mujer, un logro que es reconocido por organismos internacionales como la ONU.

Para las cubanas la Revolución les proporcionó la posibilidad de convertirse en seres humanos plenos, investidos de derechos y en protagonistas de la Cuba nueva, al tiempo que dejó atrás lustros de discriminación, exclusión e ignominia.

El camino no ha sido fácil, dado los patrones machistas afianzados en la sociedad, pero en el logro de su objetivo las autoridades han contado con el valioso apoyo de la FMC, Federación de Mujeres Cubanas.

Creada por iniciativa del líder histórico de la revolución Fidel Castro y dirigida durante décadas por la heroína Vilma Espín, la FMC ha desempeñado un papel esencial en la lucha por la equidad de la mujer y la igualdad de géneros.

Vilma Espín le imprimió a esta organización, que aglutina a millones de cubanas, su tenacidad y valentía demostrada en la lucha contra el dictador Fulgencio Batista, pero también la dulzura y paciencia necesaria para romper viejos cánones y para que las féminas lograran una vida plena.

En la actualidad, ese sector poblacional tiene acceso universal a los servicios de salud, educación y otros, sin discriminación por motivo de género y, además, se implementan en el país diversos programas nacionales sobre educación sexual, maternidad y paternidad responsables, prevención de infecciones de transmisión sexual, entre otros.

Asimismo, gracias a la voluntad gubernamental, representan 48 por ciento de la fuerza laboral estatal y una cifra similar de ellas ocupa altos cargos de dirección.

Del mismo modo, integran casi el 79 por ciento del personal de salud, casi la mitad de los investigadores científicos y más de 66 por ciento de la fuerza de mayor calificación técnica y profesional del país, de acuerdo con datos oficiales.

Por eso el ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer, es para las cubanas motivo de festejo y de orgullo por todo lo logrado, aunque están conscientes que aún persisten convencionalismos que deben ser eliminados para continuar avanzando en su inclusión y el despliegue de sus potencialidades y de ese modo, contribuir a la transformación de la sociedad.