Por María Josefina Arce
Desde que en 1999 se pusiera en marcha en Venezuela la Revolución Bolivariana han sido incesantes las agresiones de la derecha internacional, apoyada por Estados Unidos, y que se han recrudecido en los últimos tiempos buscando una intervención militar extranjera que rompa con el orden institucional en el país y eche por tierra los logros sociales y económicos del país en los últimos años.
La oligarquía ha desarrollado diversas estrategias, hasta ahora fallidas, para apoderarse del poder y por tanto, de los recursos venezolanos, entiéndase petróleo. Desde acciones violentas, ataques cibernéticos y una larga guerra económica ha sufrido el pueblo venezolano, que en su inmensa mayoría apoya al gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro.
Venezuela no ha dejado de estar en los últimos tiempos en la mira de los elementos más retrógrados de Estados Unidos y el continente, que buscan razones para justificar una agresión armada, una opción que es rechazada por la mayoría de los venezolanos.
Una encuesta dada a conocer a principios de este año reveló que el 82 por ciento de los venezolanos rechaza la intervención extranjera en su país, que a toda costa busca la oposición venezolana.
La supuesta crisis humanitaria que dicen vive el país sudamericano y las maniobras en el seno de la OEA, Organización de Estados Americanos, para poner en marcha la llamada Carta Democrática son una muestra de ello.
Se trata por demás, de aislar a Caracas, una metodología ya empleada en la región contra Cuba. Ahora se quiere impedir la participación del presidente Maduro en la llamada Cumbre de las Américas, como en su momento se hizo contra la Mayor de las Antillas.
A pesar del rechazo que esa decisión del gobierno del Perú, sede en abril venidero del encuentro, ha despertado en el área, Lima ha reiterado en las últimas horas su posición opuesta a la asistencia de Maduro al encuentro, un mecanismo puesto en marcha por Estados Unidos en la década del noventa del siglo pasado.
Desconoce así Perú el llamado de varios países del continente para que se reconsiderara esa postura. El ALBA-TCP, Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos, subrayó que la Cumbre de las Américas debe ser un punto de encuentro para los Estados del continente, donde todos puedan debatir y alcanzar consensos con respeto a la diversidad de ideas políticas.
En las últimas horas también el presidente estadounidense, Donald Trump, firmó una orden para sancionar a quienes ejecuten operaciones con el petro u otras criptomonedas venezolanas.
Respaldado por los recursos energéticos nacionales, el Petro permitirá al Estado venezolano romper con el monopolio del dólar en el ámbito comercial internacional y vencer el bloqueo financiero asociado a los ataques económicos de Washington y sus aliados.
Fuentes gubernamentales venezolanas indicaron que el proceso de preventa de dicha moneda digital generó ofertas por más de cinco mil millones de dólares desde el comienzo de sus operaciones el último 20 de febrero.
Los llamados a un golpe militar contra el gobierno constitucional de Nicolás Maduro, los intentos de Trump de reactivar la colonialista Doctrina Monroe, entre otras maniobras contra Venezuela, son incompatibles con los principios del derecho internacional, una amenaza a la integridad territorial de Venezuela y atentan contra la prerrogativa de los venezolanos de vivir en paz.