Por: Roberto Morejón
En un escenario económico cambiante, los cubanos prestan especial atención al perfeccionamiento de las políticas públicas hacia la juventud, de ahí la relevancia de un congreso internacional sobre esa temática con sede en La Habana.
Estudiosos de más de una veintena de países aportan a los interesantes debates acerca del diseño de disposiciones más efectivas para el progreso integral de los jóvenes.
Para Cuba son muy útiles las discusiones sobre asuntos tan diversos como formación de valores, violencia, construcción de la paz, empleo y la relación con las nuevas tecnologías.
Si bien el Estado cubano destina importantes partidas anuales al desarrollo de los jóvenes, incluyendo la educación gratuita, siempre es oportuno conocer otras experiencias, dada la actualización del modelo económico y el acelerado envejecimiento poblacional.
Se parte del hecho positivo de que las generaciones más bisoñas tienen una participación esencial en las transformaciones en marcha.
Además, poseen un alto nivel de instrucción gracias al acceso a niveles de enseñanza superiores.
Representantes de los segmentos poblacionales de menos edad son determinantes en la modernización del ferrocarril cubano, zafras azucareras, turismo y en la gestión NO estatal.
Con cerca de tres millones de personas entre 15 y 34 años de edad, Cuba exhibe entre sus logros que de los 605 diputados que conformarán la novena legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, 13, 22 por ciento tienen una edad inferior a 35 años.
Con sus ideas frescas y renovadoras en el seno del parlamento, gobiernos provinciales y otras instancias, los jóvenes tienen una inserción decisiva en la realidad política, social y económica y en el advenimiento de las nuevas tecnologías.
Ahora bien, también deben afrontar desafíos derivados de la globalización mundial.
Cuba NO permanece ajena a influencias negativas llegadas a través de redes sociales, la creciente interacción con los visitantes y por otras vías.
Estados Unidos insiste en utilizar las nuevas tecnologías para subvertir el orden interno en Cuba y busca enviarle mensajes subliminales a los jóvenes, a fin de arrastrarlos al objetivo de forzar un cambio de régimen.
Recordemos que con esa pretensión el país norteño operó clandestinamente por tres años un llamado "twitter cubano" y en la misma cuerda ahora diseña una “fuerza de tarea” con Internet como herramienta.
Ante todos esos desafíos y necesidades, es válido intercambiar impresiones con estudiosos de otras latitudes sobre las alternativas más plausibles destinadas a mejorar las estrategias gubernamentales y de otro origen hacia los jóvenes.