Por: Guillermo Alvarado
Continúan por todo el mundo las muestras de repudio e indignación tras la represión ejecutada recientemente por el ejército de Israel contra una manifestación palestina, que causó la muerte de por lo menos 17 personas y más de mil heridos, en lo que está considerado como el hecho más sangriento desde los bombardeos sionistas contra la Franja de Gaza en 2014.
Un comunicado del ministerio de Salud palestino refirió que, además de los fallecidos, 805 manifestantes resultaron lesionados por disparos con balas reales, 425 sufrieron intoxicación por inhalación de gas lacrimógeno, 154 fueron alcanzados por balas recubiertas de goma y 95 sufrieron otro tipo de daños físicos.
Alrededor de 30 mil habitantes de Gaza realizaron de manera simbólica una marcha pacífica del retorno a su territorio original y cuando estaban próximos a la frontera con Israel los militares sionistas abrieron fuego de manera indiscriminada.
Luego de una reunión de emergencia realizada este martes, la Liga Árabe apoyó la petición presentada por Palestina para que el Tribunal Penal Internacional investigue la matanza colectiva perpetrada por el régimen de Tel Aviv contra civiles desarmados.
El organismo reafirmó el derecho de ese pueblo de luchar contra la ocupación ilegal de su territorio, en referencia a la marcha del pasado 30 de marzo y las protestas que se realizarán de aquí hasta el 15 de mayo, cuando se conmemora el 70 aniversario de la Nakba, o catástrofe, como se denomina a la fundación del Estado de Israel.
En esa fecha más de 750 mil personas fueron obligadas a dejar los lugares donde sus ancestros habían vivido durante cientos de años y marchar hacia el exilio, dando origen así a una tragedia humanitaria que se mantiene hasta nuestros días.
Este año la conmemoración de la Nakba estará matizada por tensiones adicionales porque el 14 de mayo será el traslado oficial de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, una decisión unilateral del presidente Donald Trump que viola los tratados internacionales y agrega más combustible a un conflicto muy peligroso.
Las seis semanas de movilizaciones previstas por la autoridad palestina incluyen el levantamiento de campamentos improvisados en las cercanías de la frontera con Israel, así como manifestaciones y marchas de protesta en distintos lugares.
El riesgo de que vuelva una represión de niveles violentos como la vivida el fin de semana anterior es alto, por lo que no en balde la Liga Árabe ha pedido a la ONU el envío de una comisión de investigación al lugar de los hechos.
En Cuba el ministerio de Relaciones Exteriores llamó a la comunidad internacional a exigir el cese inmediato de las agresiones contra el pueblo palestino y el fin de la política israelí de colonización.
Pese a los llamados mundiales, Estados Unidos e Israel parecen decididos a volar en pedazos todo lo conseguido hasta ahora por resolver un conflicto desatado hace siete décadas y que ha costado decenas de miles de vidas y millones de desplazados, ante la mirada impávida de las principales potencias occidentales, cómplices por acción o por omisión de actos que avergüenzan a la conciencia de la humanidad.
