Por:Guillermo Alvarado

Después de causar una gran oleada de rusofobia entre las potencias occidentales, con imposición desaforada de sanciones contra Moscú, el caso del envenenamiento con una sustancia neurotóxica del ex doble espía, Serguei Skripal y su hija Yulia, parece que se le comienza a escurrir entre los dedos a la primera ministra británica, Theresa May, lo que podría traerle graves consecuencias.

La jefa de gobierno del Reino Unido, con una gran irresponsabilidad, acusó al presidente ruso Vladimir Putin de estar directamente detrás del atentado ocurrido el 4 de marzo en la ciudad de Salisbury. Al mismo tiempo el ministro de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, llegó hasta la grosería de comparar el próximo campeonato mundial de fútbol de Rusia 2018 con el uso que Adolfo Hitler le dio a los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, utilizados por el régimen nazi para hacerse propaganda ante todo el mundo.

Olvidó Johnson que el pueblo de la entonces Unión Soviética pagó el elevado costo de más de 20 millones de sus habitantes para contener a las hordas hitlerianas y que sin ese enorme sacrificio la llamada “peste parda” se habría diseminado por doquier.

Tanto el canciller como May se apresuraron a asegurar que estaban convencidos de que el agente tóxico que sirvió para envenenar a Skripal provenía de Rusia, pero esta semana el investigador Gary Aitkenhead declaró que el Laboratorio de Ciencia y Tecnología de Defensa de Porton Down no pudo determinar el país de origen de ese producto tóxico.

Tras difundirse la noticia la cancillería británica borró un mensaje en twitter donde acusaban directamente a Moscú por la fabricación del veneno. El pretexto es también ridículo pues ahora vienen a decir que dicho mensaje no reflejaba de manera correcta algunas declaraciones del embajador del Reino Unido en Moscú.

El líder del partido Laborista, Jeremy Corbyn, dijo que Boris Johnson tiene muchas preguntas que responder y señaló que podría haber engañado al público, lo que también podría afirmarse de la misma Theresa May.

Otro elemento a tomarse en cuenta es la tozuda negativa de Londres de iniciar una investigación conjunta con Rusia sobre el caso, lo que despierta numerosas suspicacias porque esa postura indica que hay cosas que no quieren ventilar en público y prefieren mantenerlas dentro del armario.

Rusia, China e Irán presentaron una resolución conjunta ante la Organización para la Prohibición de Armas Químicas, donde exigen que se haga una indagación profunda del caso, si bien Estados Unidos, Reino Unido y algunos países de la OTAN y la Unión Europea votaron en contra.

Es claro que estas naciones temen que se descubra que el caso Skripal es una gran simulación y que las sanciones contra Rusia, incluida la expulsión de más de un centenar de diplomáticos, fue una acción oportunista y un vulgar chantaje.

Curioso caso este, en que el presunto acusado está dispuesto a que se investigue en todas partes, incluso en el Consejo de Seguridad de la ONU, y los acusadores insisten en mantener un porfiado silencio y evitar por todos los medios que la verdad salga a la luz del día.