Por María Josefina Arce
Aunque el presidente norteamericano, Donald Trump, anunció en las últimas horas que no acudirá a la Octava Cumbre de las Américas, en Lima, Perú, la tensión que caracteriza hoy las relaciones entre Estados Unidos y México estará sin dudas, presente en el encuentro hemisférico.
Tengamos en cuenta que Trump ha atacado verbalmente en reiteradas ocasiones a los inmigrantes latinoamericanos, especialmente a los mexicanos a los que ha llamado criminales y violadores. De hecho ese fue uno de sus discursos favoritos durante su campaña como candidato presidencial.
Ataques que arreciaron la pasada semana al conocerse que una caravana de cientos de inmigrantes centroamericanos recorría México en dirección a territorio estadounidense, lo que provocó una fuerte respuesta del presidente mexicano, Enrique Peña Nieto.
Acto seguido, el actual inquilino de la Casa Blanca añadió más tensión a los nexos bilaterales en víspera de la Cumbre de las Américas, al pedir el despliegue de tropas militares en la frontera con México, un anuncio que ya es realidad.
Desde el pasado día siete en el estado de Texas efectivos de la Guardia Nacional custodian la frontera con la nación azteca, una controvertida medida que también pondrá en acción Arizona.
Se espera que los estados de Nuevo México y California igualmente adopten acciones de este tipo, hasta que se construya un muro en la frontera, una decisión que ha levantado incontables críticas de varios gobiernos del área.
Como respuesta a la petición de Trump, el secretario de Defensa, James Mattis, firmó un memorando que autoriza el despliegue de unos 4 MIL militares hasta el 30 de septiembre próximo, aunque no se precisó el costo monetario de esa operación.
La Cancillería mexicana advirtió que si el envío de la Guardia Nacional “se tradujera en una militarización de la frontera, ello dañaría gravemente la relación bilateral y México actuaría acorde a sus intereses.
Para muchos la polémica medida sobre la frontera con México, que recuerdan es realmente la frontera con Latinoamérica, no crea precisamente una atmósfera cooperativa para la Cumbre de las Américas, que tendrá lugar el 13 y 14 de abril.
El hecho es que la militarización de la línea fronteriza se suma a las intenciones del presidente estadounidense de levantar un muro en la frontera común, que pretende además que sea financiado por los mexicanos.
Una barrera infranqueable a la largo de una frontera de unos 3.000 kilómetros de extensión, a lo largo de la cual ya hay unos 1.050 kilómetros de muros y vallas que separan a ambos países.
Los expertos estiman que el muro aumentará el peligro para miles de personas, pues la historia ha demostrado que cuando se crean ese tipo de barreras, lo único que pasa es que es más costoso cruzarla.
Otro elemento que daña los nexos bilaterales es el Tratado de Libre Comercio existente desde hace 23 años entre las dos naciones y Canadá sobre el cual tienen lugar negociaciones, en las que la administración de Donald Trump pretende imponer sus exigencias, siempre con un carácter proteccionista.
Está claro que aunque Trump no esté presente en la Cumbre de las Américas de Lima, su discurso agresivo y sus acciones en contra de varios países latinoamericanos estará presente en el encuentro, que aún antes de iniciarse no marcha por un buen camino.