Por: Guillermo Alvarado

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que no asistirá a la octava edición de la Cumbre de las Américas en Lima, Perú, con el pretexto de supervisar lo que llama su respuesta ante un supuesto ataque con armas químicas ocurrido en Siria y otros asuntos del campo internacional.

Si bien muchos expertos señalan que esto es, en efecto, nada más que un pretexto porque la verdadera razón de la ausencia del jefe de la Casa Blanca radica en la grave crisis interna que vive su gobierno tras el allanamiento de la vivienda y oficina de su abogado personal, Michael Cohen, considero que no está demás dar un vistazo al enorme arsenal diseminado por el mundo de que puede echar mano el imprevisible presidente en uno de sus numerosos arranques de ira.

Estados Unidos es hoy día la principal amenaza a la paz debido a la gran cantidad de bases militares de que dispone en prácticamente todos los continentes, incluyendo las heladas tierras cercanas al ártico.

Pero no se trata sólo del número y potencia de estas instalaciones, sino de la capacidad de ponerlas en acción en cuestión de horas, por lo que no hay prácticamente lugar alguno que esté a salvo de un eventual ataque.

Son tantas, que los expertos no se ponen de acuerdo en su número exacto y si los más conservadores hablan de 587 bases fuera del territorio estadounidense, otros las estiman en 686 y no faltan quienes mencionan que pudieran ser hasta 800 si se toman en cuenta las secretas que pudieran estar en Israel y otros lugares.

Algunas son impresionantes fortalezas, como la de Ramstein, en el suroeste de Alemania, donde están depositadas al menos 150 bombas nucleares y cuanta con una dotación de 40 mil efectivos, de ellos 35 mil militares y 5 mil especialistas.

Ese es también uno de los puntos estratégicos para el uso de drones que pueden atacar desde el Oriente Medio hasta Irak y Afganistán.

Ubicadas en la isla de Guam, en el centro del océano Pacífico, están las de Andersen y Apra Harbord, con capacidad para utilizar superbombarderos como el B-52, B-1 Lancer y B-2 Spirit. En la segunda de ellas están asentados cuatro submarinos nucleares y hay un extenso muelle para reparación de buques de gran calado.

En el sur de Doha, en Qatar, está la base de Al Udeid, donde desde principios de este siglo hay miles de soldados y se trasladaron tanques tipo Abrams y Bradley, artillería y baterías antimisiles Patriot.

Aunque no hay registro de instalaciones en África subsahariana, donde están sobre todo sus aliados europeos de la OTAN, desde el cuartel del African Comander, en la ciudad alemana de Struttgart, se realizan misiones en esa región.

En el mar de Japón el ejército de Estados Unidos tiene más militares que los mismos Estados de esa área y desde allí amenaza a Corea del Norte, China y Rusia.

Cierto es que el poderío bélico no siempre es sinónimo de victorias y así lo demuestran las guerras de Vietnam y Afganistán,  pero cuando alguien tan inestable desde el punto de vista emocional como el presidente Trump tiene en sus manos tantas armas de alto poder destructivo, no queda sino preocuparse y esperar que por lo menos en su equipo haya alguien que pueda detenerlo a tiempo.