Por: Roberto Morejón
La Habana, capital de Cuba, se ofreció nuevamente como sede de conversaciones de los sectores que en Colombia buscan la paz para ese último país, en conflicto armado por casi 50 años.
El anuncio de que el gobierno y el insurgente ELN, Ejército de Liberación Nacional, de Colombia, retomarán aquí su diálogo fue acogido con satisfacción.
De esta forma se ofrece un ámbito propicio para iniciar el quinto ciclo de conversaciones entre el gobierno y los rebeldes, después de la abrupta interrupción en Ecuador.
El gobierno de ese país declinó continuar como sede a raíz de incidentes violentos en la frontera que provocaron la muerte de periodistas.
Si bien varias ciudades se ofrecieron como sede para la continuidad de los intercambios, las partes colombianas optaron por reanudar su diálogo en La Habana.
La importancia del momento en el que se hallaban las entrevistas entre los representantes está fuera de duda porque discutían un alto al fuego bilateral.
Hacia ese propósito se encaminaban luego de descongelar el proceso negociador el 15 de abril tras una crisis que desató choques bélicos.
El gobierno cubano ofreció una sede para el diálogo, con la experiencia acopiada después de servir de anfitrión a las negociaciones entre las otrora Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y los enviados del presidente Juan Manuel Santos.
Al cabo de cuatro años, Santos y los insurrectos de las FARC llegaron a un acuerdo de paz, con el aporte decisivo de Cuba.
El entonces alto comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, dijo en septiembre de 2016 que el papel de Cuba fue “vital”, abogó por homenajearla y destacó su aporte de valiosos diplomáticos.
Reconocimiento a Cuba también manifestó en febrero de 2016 el Papa Francisco por la atmósfera propicia creada para su reunión en La Habana con el patriarca ortodoxo ruso Kirill, en busca de soluciones a problemas que preocupan a ambas Iglesias.
En aquella oportunidad Jorge Bergoglio expresó: “No quiero irme sin darle un reconocimiento a Cuba”. Y agregó: “Si sigue así, Cuba será la capital de la unidad”.
Con respeto a las decisiones de las partes en conflicto y confidencialidad, Cuba ofreció una contribución significativa a aquellas tratativas entre Francisco y Kirill y a las desarrolladas entre las FARC y el gobierno colombiano.
Con la misma disposición La Habana acogerá nuevamente a las partes involucradas en el conflicto en el país sudamericano, con la esperanza de ayudar a la paz.
Durante medio siglo Colombia ha sido escenario de un trance armado con unos ocho millones de víctimas entre muertos, desaparecidos y desplazados, una realidad lacerante que todos los latinoamericanos quisieran ayudar a voltear.