Por: Guillermo Alvarado
El ex marine Oliver North, exasesor de seguridad del gobierno de Estados Unidos durante la presidencia de Ronald Reagan, fue elegido para dirigir la ultra conservadora Asociación Nacional del Rifle, una de las principales responsables de la proliferación de armas de fuego entre la sociedad del país norteño.
A North se le recuerda más por su vinculación en el escándalo denominado “Irán-contras”, una operación de la Agencia Central de Inteligencia, la CIA, encaminada a proveer de pertrechos militares a los grupos contrarrevolucionarios que intentaban derrocar a la Revolución Sandinista en Nicaragua.
La ilegal acción consistió en vender armas de manera clandestina en Irán, a pesar de que sobre la nación persa había un embargo decretado por el mismo gobierno estadounidense. El dinero recaudado en esta acción se destinaba a comprar arsenales en el mercado negro y organizar vuelos secretos, operados por pilotos también norteamericanos, para abastecer a los contras.
Es decir que North y sus secuaces, uno de los cuales era el confeso asesino y terrorista Luis Posada Carriles, violaban una gran cantidad de leyes federales de Estados Unidos y unos cuantos convenios internacionales, entre ellos el respeto a la soberanía de las naciones implicadas en el caso, es decir Nicaragua, país agredido, y Honduras y El Salvador, utilizadas como plataforma en el bochornoso negocio.
La función de Posada Carriles consistía al parecer en organizar la entrega del dinero y las armas a los contras en aviones que partían de la base de Ilopango, en El Salvador.
Fue precisamente en uno de esos vuelos, derribado por los combatientes sandinistas en 1986, que se capturó al estadounidense Eugene Hasenfus, quien confesó toda la trama y el tinglado se vino abajo.
Oliver North fue procesado, pero luego exonerado de cargos gracias a un dictamen técnico. Posada Carriles y Félix Rodríguez, también agente de la CIA y vinculado al asesinato del Comandante Ernesto Che Guevara en Bolivia, se perdieron en los meandros de la clandestinidad, pero el caso quedó como ejemplo de la hipocresía y la doble moral de los gobiernos de Estados Unidos.
Por cierto, en ese entonces el jefe de la tenebrosa agencia de inteligencia era George Bush, el padre, que más tarde fue presidente y protagonizó la primera Guerra del Golfo, preludio de una crisis militar, política y humanitaria que llega a nuestros días.
Pues bien, el señor North, este siniestro personaje violador de leyes nacionales e internacionales y a pesar de todo considerado un “héroe” y un “patriota” por los miembros de la Asociación Nacional del Rifle, dirigirá durante los próximos años esa entidad, lo que puede considerarse como una mala noticia para quienes luchan por un mayor control de la venta de armas.
Sin duda alguna el flamante presidente de la agrupación utilizará todos sus contactos, que bastantes deben quedarle, para mantener el poder de una de las instituciones más oscuras que han existido en la historia de un país, el único quizás donde sus líderes consideran que las armas tienen un papel que jugar en la lucha contra la violencia, que ellas mismas generan. Cosas veredes, amigo Sancho...