Por: Roberto Morejón
El fervor de los rusos por sus veteranos de guerra volvió a manifestarse esta semana durante los desfiles en las ciudades por el aniversario 73 de la victoria sobre la Alemania nazi.
Bajo el mandato del presidente Vladimir Putin ese tipo de celebración recobró los aires de solemnidad esperados por una nación donde viven aún 1,6 millones de veteranos de la Segunda Guerra Mundial.
En el frente ruso las tropas alemanas sufrieron 80 por ciento de sus bajas, un dato revelador del determinante papel de la hoy extinta Unión Soviética en la victoria sobre Hitler.
Para los rusos e invitados internacionales constituyó un suceso emocionante presenciar en Moscú y otras ciudades esta semana las conocidas Marchas del Regimiento Inmortal.
En ellas los ciudadanos salen a las calles con retratos de sus familiares combatientes en la Gran Guerra Patria.
Pero la devoción de los rusos por la heroicidad de sus antepasados es tergiversada por las transnacionales de la información.
Se intenta presentar como un acontecimiento desmedido las concurridas celebraciones de la victoria sobre los nazis.
Se equivocan los que así actúan dado el extraordinario aporte de los soviéticos al desenlace de la Segunda Guerra Mundial.
Los historiadores destacan que desde la invasión de las hordas de Hitler a la Unión Soviética en mil 941 hasta la derrota de Berlín murieron cerca de 27 millones de lugareños.
Por esa razón la mayoría de las familias en Rusia refieren hoy que tienen al menos un herido o fallecido en la contienda bélica concluida en mil 945.
Sin embargo, una perniciosa corriente se mueve en Occidente para adulterar, acallar o minimizar el aporte de los antiguos pueblos de la Unión Soviética.
En el más reciente desfile en Moscú por el Día de la Victoria el presidente Vladimir Putin destacó cómo hoy tratan de borrar la hazaña del pueblo soviético que salvó a Europa y al mundo de la esclavitud, la destrucción y los horrores del Holocausto.
Para calzar la afirmación de Putin basta llamar la atención cómo los medios occidentales hablaron poco de la historia y enfatizaron en labrar la imagen de una Rusia supuestamente militarizada a propósito del desfile de equipamiento moderno por estos días.
Es cierto que la Plaza Roja moscovita acogió el desplazamiento de 13 mil efectivos, 159 equipos bélicos y 75 aeronaves, pero se olvida que la OTAN, la administración de Donald Trump y aliados europeos arremeten contra Rusia, por demás sancionada económicamente.
Rusia NO es guerrerista. Putin reafirmó que aunque su país recuerda las lecciones de las dos guerras mundiales, está abierto al diálogo para garantizar la estabilidad del mundo.
Para lograrla resulta indispensable una Rusia fuerte.