Por: Roberto Morejón

Interesantes propuestas cinematográficas, el reverdecimiento de la recreación en el balneario de Varadero y las universales capacidades en centenares de playas y bases de campismo figuran entre las alternativas de los cubanos en sus vacaciones de verano.

Julio debutó, como siempre, con un intenso calor nada mitigado por copiosas lluvias precedentes, pero nada detiene a los habitantes de este archipiélago cuando viajan a otras provincias a casa de parientes, aprovechando el receso escolar.

Niños y jóvenes se preguntan por los resultados docentes y dónde iniciarán el venidero año escolar con fecha de comienzo en septiembre.

Pero las interrogantes se hacen mientras ellos se desplazan por campos y ciudades en busca de las ofertas culturales y recreativas de esta fase del año.

La muy reacondicionada ciudad de Gibara, en la oriental provincia de Holguín, hizo coincidir su edición del Festival de Cine Pobre con el verano y hacia allá fue el cantautor Silvio Rodríguez para animar el preámbulo de la muestra fílmica.

Decenas de miles de cubanos seguidores del cine argentino se frotan las manos porque se aproxima una semana de exhibiciones de filmes de esa nacionalidad.

El balneario de Varadero evoca sus recordados festivales de música y este año cubanos y turistas extranjeros revisan múltiples opciones, entre las que destacan una próxima actuación del intérprete puertorriqueño, muy querido aquí, Gilberto San Rosa.

Los Ministerios de Cultura y Turismo, el Instituto de Deportes, los gobiernos locales del Poder Popular y otras entidades estatales e incluso privadas armonizan la logística para calzar un verano atrayente, esencialmente recreativo, pero con alicientes para cultivar el espíritu.

El Estado cubano avala el pleno acceso de la población a la cultura y a tal efecto se ofrecieron el año pasado más de 20 millones de este tipo de actividades en Cuba.

Esa gestión institucional incluyó desde conciertos hasta talleres de instrumentos en casas de cultura, funciones de teatro, musicales, muestras de artes plásticas y ferias de libros.

Es cierto que la población demanda aún más y sobre todo es creciente el interés de padres, maestros e instituciones porque las presentaciones ayuden a las personas a formar sus valores ciudadanos, y se destierren la vulgaridad y el consumo acrítico del arte y la literatura.

Por ese a camino queda en Cuba mucho por andar porque jóvenes y adultos reciben por las redes sociales y otras vías expresiones pseudoculturales a veces lamentables.

Pero sin menoscabar la democratización en el acceso a la cultura es posible apostar en Cuba, en el tórrido verano, por el énfasis en las alternativas más enriquecedoras.