Por: Roberto Morejón

Los promotores de un golpe antigubernamental en Nicaragua sufrieron un revés cuando decenas de miles de personas en el país conmemoraron el aniversario 39 de la Revolución Sandinista.

Luego de tres meses de protestas manejadas por la oposición para que declinaran en una insurrección callejera con tintes terroristas, los medios políticos, empresariales y la embajada estadounidense en Managua añoraban las plazas vacías el 19 de julio.

Pero una vez más la derecha y Washington fallan al NO avizorar las reservas patrióticas de pueblos como el de Nicaragua, conocedor de que el presidente, Daniel Ortega, fue uno de los artífices de la lucha anti-somocista.

El Frente Sandinista trabaja para la mayoría en condiciones materiales difíciles.

Se trata de una verdad a pesar de la gigantesca campaña mediática, con alcance internacional, para presentar a las autoridades como represivas, a propósito de las protestas opositoras.

De forma aviesa, los consorcios de la información dibujaron la reacción de las instituciones nicaragüenses para contener el terror de bandas violentas, como un baño de sangre.

Después de que el gobierno se retractara de una impopular reforma de la seguridad social, se esperaba el fin de las demostraciones en su contra.

Pero NO fue así, porque la derecha y resortes empresariales manipularon el malestar en aras de derrocar al presidente elegido en las urnas.

Los opositores intentaron consumar el golpe a través de grupos estudiantiles confundidos y delincuentes, encargados de sembrar el caos.

Encapuchados provistos de armamento artesanal atacaron bienes estatales y privados, sembraron las calles de obstáculos y amedrentaron a los ciudadanos para que desistieran de sus obligaciones laborales.

De tales desmanes NO habla la gran prensa sino de los alegados paramilitares que usaría el gobierno para diezmar a civiles pacíficos.

Para los analistas resultó evidente la utilización del mismo libreto que en Venezuela, donde la oposición, con el apoyo de Estados Unidos, utilizó a malhechores en las llamadas guarimbas.

Ciertamente, el terror derechista logró intimidar a ciudadanos en Nicaragua, de ahí la victoria de la Revolución Sandinista al lograr una celebración concurrida en el aniversario de la caída del régimen somocista.

Ahora bien, el diálogo propuesto por el gobierno fracasó porque la oposición golpista confía en “resolver” la crisis mediante la violencia.

Queda entonces mucho camino por andar antes de que los terroristas se convenzan de la torpeza de sus métodos y de la necesidad de acudir a negociaciones con el Presidente de la nación.

Nicaragua NO ha salido de la crisis, pero el pueblo apostó por la paz.