Por: Guillermo Alvarado

El flamante presidente de Colombia, Iván Duque, demostró cuál será el carácter de su gobierno al anunciar el retiro de su país de la Unión de Naciones Sudamericanas, UNASUR, tras afirmar que se trata de un organismo creado para cumplir lo que llamó los objetivos del chavismo para la región.

No es en realidad una sorpresa porque ya el ahijado político del ultraderechista Álvaro Uribe lo había anunciado durante su campaña electoral, si bien algunas mentes sensatas esperaban una mayor reflexión sobre el tema si se toma en cuenta que la decisión deja a Colombia aislada de muchos países y demuestra una actitud genuflexa ante los dictados de Washington.

Pero en todo caso parece que al nuevo presidente estas son cosas que no le interesan mucho y eso podría ser porque sin duda no conoce cuáles serán las consecuencias al corto y mediano plazo.

El expresidente de Colombia y actual secretario general de UNASUR, Ernesto Samper, advirtió que en principio la medida afectaría a unos 100 mil colombianos que residen en varios países del sur de la región y que gracias a este organismo reciben numerosos beneficios, tanto en materia migratoria como en posibilidades laborales o de formación académica.

Mencionó también las ventajas que la membresía en UNASUR le proporciona al país en áreas sensibles como la salud.

Una gran cantidad de colombianos, sobre todo niños y adolescentes son vacunados con preparados que se elaboran en Brasil y llegan gracias a los acuerdos firmados en el marco de esa organización, advirtió Samper.

La salida precipitada del organismo representaría graves riesgos y pérdidas afirmó el antiguo jefe de Estado, quien advirtió que muchos derechos en materia de educación también quedarían paralizados.

El recién nombrado ministro de Asuntos Exteriores, Carlos Holmes Trujillo, anunció el retiro de su nación de ese mecanismo de integración.

Antes de ello también Perú, Argentina, Chile, Brasil y Paraguay habían advertido que suspendían su participación en UNASUR debido a lo que llamaron “problemas estructurales”, que en realidad no son sino las presiones de Estados Unidos para desmantelar una organización que venía fortaleciendo la soberanía de los países miembros y la integración regional.

En estos momentos América Latina y El Caribe reciben una embestida originada en Washington con el propósito de desarticular todas las iniciativas que se venían consolidando para dar mayor soberanía a los pueblos y, sobre todo, crear espacios de diálogo donde los problemas de la región se pudiesen discutir sin la presencia de potencias continentales y extracontinentales.

La decisión de Iván Duque es una muestra de lo que se puede esperar de su gobierno, detrás del cual sobrevuela el fantasma de Álvaro Uribe y todos aquellos que insisten en llevar a nuestros países a un pasado ominoso y cruel.