Por: Guillermo Alvarado
El presidente de Estados Unidos, el impredecible Donald Trump, decidió elevar el nivel de la confrontación que mantiene con algunos importantes medios de comunicación de su país, una idea peligrosa porque significa ponerse a jugar con fuego cuando faltan dos meses para las elecciones de medio término que serán cruciales en su mandato.
Como se sabe, el 6 de noviembre se renovarán en el país norteño la totalidad de la Cámara de Representantes, un tercio de la de Senadores, así como gobernadores en 36 estados y 3 territorios, además de varios gobiernos municipales.
Muchos analistas consideran que estos comicios serán una especie de referendo sobre los resultados del trabajo de Trump, y no pocos avizoran un avance del partido Demócrata en ambas cámaras del gobierno, que en la actualidad están controladas por los republicanos.
No es un buen momento entonces para que el jefe de la Casa Blanca profundice sus conflictos con los medios, que en Estados Unidos tienen una gran influencia sobre el imaginario popular en una sociedad poco habituada al análisis profundo, la lectura y la discusión de temas trascendentales y que norma su pensamiento por lo que la prensa, la radio y la televisión le proponen.
La última ocurrencia del magnate presidente fue difundir un tuit donde se pregunta si acaso no debería revisar la licencia de dos cadenas de noticias, a las que acusa de atacarlo por medio de su política editorial.
Semejante idea habrá causado insomnio entre los dirigentes del partido Republicano, sobre todo luego de la publicación de recientes encuestas donde se informa que sus rivales, los demócratas, les aventajan en la intención de voto por 51 puntos a 38.
Esto coincide con la divulgación de sondeos que señalan que el 60 por ciento de la población consultada está en desacuerdo con los resultados del trabajo de Trump al frente de la presidencia.
Sin duda alguna ambas cosas están directamente conectadas, la impopularidad del presidente, y las simpatías por los candidatos demócratas con vistas a los próximos comicios que podrían cambiar las relaciones de poder en ese país.
En este contexto será publicado un libro del periodista Robert Woodward, famoso por haber desentrañado junto a su colega Carl Bernstein el caso Wathergate que dió al traste con la administración de Richard Nixon.
El volumen contiene supuestas declaraciones de personas cercanas a Trump que hacen duros calificativos a su personalidad y manera de trabajar.
Dentro de este maremagnum, el presidente tampoco se hizo ningún favor al defender al productor cinematográfico Harvey Weinstein, a quien decenas de mujeres acusan de acoso, abuso sexual y violación.
Si las elecciones de medio término fuesen esta semana, los republicanos recibirían un fuerte varapalo y el responsable de eso sería solo uno, el presidente Donald Trump y su extraña manía de jugar con fuego muy cerca de la gasolina.
