Por: Roberto Morejón

Los representantes de Estados Unidos y su cancerbero Luis Almagro fueron por lana y salieron trasquilados al tratar de montar en la ONU un grotesco espectáculo anticubano, con el argumento de la supuesta violación de los derechos humanos, pues los diplomáticos antillanos se alzaron para ripostar las falacias y manipulaciones.

Las verdades de Cuba se escucharon en el organismo mundial a pesar de los intentos del poderoso país sede y de su amaestrado secretario general de la OEA de sentar en un pretendido banquillo de los acusados a la nación antillana, por un invocado ultraje a las prerrogativas ciudadanas.

El gobierno estadounidense hizo un uso mezquino y contrario a las reglas del organismo mundial para atacar a otro país miembro de la ONU, en una farsa que contó con exiguos seguidores.

En el mundo se conoce la protección del derecho a la vida en Cuba, la ausencia de torturas u otros apremios físicos y la vigencia de la libertad de expresión, como se manifiesta en el debate en plazas públicas de un proyecto de nueva Constitución.

En Cuba, donde NO existe ningún condenado a muerte a diferencia de Estados Unidos, interpretan el complot en la ONU como una grosera intentona de Washington de tensar las ya deterioradas relaciones, una acción priorizada por la errática administración de Donald Trump.

Ya se sabe que con el recrudecimiento del bloqueo, la apelación a supuestos incidentes de salud y los impedimentos a los estadounidenses para viajar al archipiélago caribeño, Trump echó por la borda el proceso de normalización de vínculos, iniciado durante la presidencia de Barack Obama.

NO satisfecho con ese balance letal, la Casa Blanca montó un burdo show anticubano en áreas de la ONU, donde debería prevalecer la colaboración para atender los apremiantes problemas del planeta, entre ellos el cambio climático, fenómeno que Trump niega.

Llama la atención que el país con tantos señalamientos reprobatorios sobre su nada ejemplar conducta en materia de derechos humanos vuelva a erigirse en juez mundial para pretender incriminar a Cuba en esa materia.

En medio de fuertes críticas, Trump tuvo que revocar hace pocos meses una medida que buscaba frenar el ingreso de migrantes ilegales con sus hijos desde México, lo que derivó en la separación de más de 2 mil niños de sus padres, y el sufrimiento de las víctimas de apremios físicos y sexuales.

Ese y otros desmanes NO serán olvidados por más que Estados Unidos y otros países occidentales insistan en su creciente politización en el tratamiento de la cuestión de los derechos humanos, en particular contra el Sur empobrecido.