El G-20, mas ruido que nueces

بقلم: Saily Pérez Gordillo
2018-12-04 08:06:43

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Quizás lo más apreciable de este encuentro haya sido verificar de qué manera el presidente Donald Trump, ha logrado aislar a su país . Foto/Página 12

Por Guillermo Alvarado

Mucho ruido y pocos, muy pocos resultados, dejó la cumbre anual del grupo de los 20 países más desarrollados del planeta, el G-20, que finalizó el fin de semana en Buenos Aires, la capital de Argentina, sin que se tocaran los problemas más acuciantes para la mayoría de la humanidad.

Quizás lo más apreciable de este encuentro haya sido verificar de qué manera el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha logrado aislar a su país y lo convierte en un extraño aún entre sus allegados.

Igual que ocurrió hace unas semanas en Francia cuando se conmemoró el final de la I Guerra Mundial, el jefe de la Casa Blanca estuvo allí, pero no formó parte del grupo. Esta vez en Buenos Aires Trump no asistió a un tradicional encuentro llamado “sesión cara a cara”, donde los jefes de delegaciones se reúnen durante una hora para conversar en una sala, por parejas, grupos o en común, sin agenda previa para abordar cuestiones que están fuera del menú oficial de la cumbre.

Insistió el jefe de Estado norteamericano en su abandono al Acuerdo de París sobre Cambio Climático y como el asunto salió en la declaración final, sólo aceptó firmarla si se aclaraba allí la posición de su gobierno.

Quizás la aceptación del fracaso de esta reunión la hizo con más claridad el presidente de Francia, Enmanuel Macrón, cuando aseguró que el sistema multilateral está en crisis. Curiosa definición de una cita convocada, precisamente, para crear consensos.

En el descafeinado documento final temas como la crisis migratoria mundial o el problema creciente de los refugiados, sólo se tocan de manera tangencial o se hace referencia a la necesidad de consultar con organismos internacionales, como la ONU o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Se reconoció la necesidad de reformar a la Organización Mundial del Comercio para eliminar desigualdades en el intercambio, incluso para frenar el proteccionismo estadounidense, pero el tema se trasladó a próximos encuentros.

Washington y Beijing firmaron una especie de armisticio arancelario para el año que viene, pero todas las medidas adoptadas con anterioridad se mantienen, entre ellas los impuestos extras a la importación de acero y aluminio en Estados Unidos.

Temas como el fraude y los paraísos fiscales se tocaron por encima, como ocurre casi en todas las cumbres, pero falta aún una distancia enorme para ponerles un remedio definitivo y lograr una amplia justicia tributaria.

Nada mostró mejor el ambiente enrarecido en que se desarrolló la Cumbre del G-20 que las violentas manifestaciones que tuvieron lugar en París en esos días, con más de 100 heridos y casi 300 detenidos, por el aumento del precio del combustible y otras medidas que degradan la calidad de vida promedio de la población.

El presidente argentino, Mauricio Macri, se mostró muy contento de que todos los dirigentes hayan firmado la aguada declaración final, magro resultado para una reunión de dos días que costó 20 millones de dólares que, por cierto, salieron del bolsillo de los contribuyentes, un precio alto para un país en crisis.



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