El Mundo se arma de nuevo

بقلم: Maite González Martínez
2018-12-10 09:02:50

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Imagen/Sipri.

Por: Guillermo Alvarado

Cuando se cumple el 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un documento histórico destinado a promover las garantías fundamentales a todos los habitantes del planeta sin distinción alguna, se conoce también una noticia capaz de enfriar el entusiasmo por la efeméride, y es que el mundo gasta cada vez más dinero en producir y comprar modernas armas y otros equipos de exterminio.

De acuerdo con el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, SIPRI, durante 2017 el comercio de estos artefactos llegó a la alucinante cifra de 350 mil 553  millones de euros, dinero más que suficiente para resolver los principales problemas de los sectores menos favorecidos.

El informe abarca a las cien principales empresas productoras de arsenales, equipos de transporte aéreo, terrestre o marítimo, de comunicación, rastreo y otros destinados a  la que parece ser la actividad más recurrente de nuestra especie desde los albores de la historia, como lo es la guerra.

El SIPRI señala que al comparar los datos actuales con los registrados en 2002, es decir apenas 15 años antes, el gasto en armamento creció 44 por ciento, lo que significa  que en pleno siglo XXI estamos viviendo una de las épocas más violentas desde el final de la II Guerra Mundial.

Hay que señalar que el dato, ya de por sí espeluznante, es incompleto porque no incluye las estadísticas de la República Popular China, el país más poblado en la actualidad  y con una importante industria militar.

El Instituto había publicado unos meses antes otro documento donde señala que si bien se produjo un ligero descenso en la cantidad de bombas nucleares, las principales  potencias gastaron grandes sumas de dinero en modernizar sus ojivas y los sistemas de lanzamiento y defensa.

A principios de 2018 los nueve Estados nucleares -Estados Unidos, Rusia, el Reino Unido, Francia, China, la India, Pakistán, Israel y Corea del Norte- poseían unas 14 mil 465  armas de ese tipo, frente a las 14 mil 935 de un año atrás.

No es un gran consuelo si se toma en cuenta que con sólo un diez por ciento de ellas explotases, la vida desaparecería del planeta o, quizás, junto con él.

Que todo esto ocurra en momentos en que 821 millones de personas sufran hambre y 50 millones de niños padecen problemas de crecimiento que les dejarán secuelas permanentes, así como que 750 millones estén en condición de pobreza, da una medida cómo la humanidad no ha aprendido las lecciones y está todavía lejos de alcanzar los
propósitos enarbolados hace siete décadas.

Todo indica que será imposible cumplir la meta de erradicar el hambre y la pobreza para el 2030, dentro de solo una docena de años, pero eso sí, habrá más armas.

Que mejor momento para recordar el histórico discurso pronunciado por el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, en la ONU en 1979, cuando dijo: “Las bombas podrán matar a los hambrientos, a los enfermos, a los ignorantes, pero no pueden matar el hambre, las enfermedades, la ignorancia. No pueden tampoco matar la justa rebeldía de los pueblos” .



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