Por: Guillermo Alvarado

En la ciudad polaca de Katowice, donde se lleva a cabo la conferencia de la ONU sobre Clima, COP-24, un grupo de manifestantes interrumpió un foro organizado por Estados Unidos para denunciar la política del gobierno de Donald Trump, quien insiste en acelerar la explotación de combustibles fósiles a pesar de todos los riesgos que ello implica.

La mayoría de los protestantes eran jóvenes y miembros de comunidades indígenas estadounidenses, cuyos territorios están en peligro por el uso de tecnologías agresivas para extraer hidrocarburos.

“Déjenlo en el suelo” corearon antes de retirarse de la sala, en referencia a la necesidad de detener la explotación de carbón, petróleo y gas.

El panel tuvo como título: “Tecnologías innovadoras estadounidenses estimulan el dinamismo económico” y su propósito era convencer al público de que es posible realizar una extracción “limpia” de los recursos energéticos fósiles aplicando métodos modernos, lo que está en contradicción con el criterio de la mayoría de la comunidad científica.

Las mentes más lúcidas del planeta recomiendan a los gobiernos volcarse hacia el empleo masivo de fuentes renovables de energía, como la eólica y la solar, para evitar los efectos desastrosos del cambio climático, que ya se hacen sentir y amenazan la vida en varios lugares del mundo.

No obstante, Preston Wells Griffith, asesor del presidente Trump, dijo en Polonia que su gobierno continuará la explotación de recursos fósiles, incluso con la utilización de tecnologías riesgosas, como la denominada fractura hidráulica, que está prohibida en muchos países, en particular en la Unión Europea.

Consiste en la inyección a grandes presiones de agua, arena y productos químicos para romper las duras capas de roca, como la pizarra, debajo de las cuales hay yacimientos de hidrocarburos.

Además del daño que esta tecnología muy agresiva provoca a la corteza terrestre, los químicos utilizados contaminan las corrientes profundas del manto freático y tarde o temprano esto llega a los ríos, lagos y otras fuentes de agua dulce, lo cual significa un potencial peligro para la salud y la vida de las personas.

Todo esto, sin embargo parece importarle poco a la administración Trump, así como el hecho de que en la COP-24 se haya señalado a su país, junto a Arabia Saudita, como los peores de todo el planeta en materia de lucha contra el calentamiento global, sobre todo en materia de emisiones de gases de efecto invernadero, utilización energética, energías renovables y política climática.

La evaluación anual de medio centenar de países considerados entre los más contaminantes situó en cuarto lugar a Suecia y dejó vacíos los primeros tres puestos, por considerar que hasta ahora los esfuerzos por cumplir los Acuerdos de París son todavía pobres e incipientes. Dicho de otra forma, nos queda poco tiempo y ya perdimos dos años en esta lucha por la vida.