Por: Guillermo Alvarado
El calendario electoral latinoamericano abrirá este año el próximo 3 de febrero en El Salvador, donde los ciudadanos están convocados a elegir al futuro presidente y vicepresidente de la nación más pequeña de Centroamérica y cuyo gobierno podría quedar en manos de la derecha.
De acuerdo con diferentes sondeos, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, actualmente en el poder, está en el tercer lugar de las intenciones de voto, bastante alejado de los dos punteros, la conservadora Gran Alianza por la Unidad Nacional, GANA, y la ultraderechista Alianza Republicana Nacionalista, ARENA.
El Frente viene de sufrir una dura derrota en los comicios municipales y legislativos del año pasado y aunque su candidato, el excanciller Hugo Martínez, tiene notable prestigio y ha recibido un fuerte apoyo en los actos de campaña, lamentablemente existe una alta posibilidad de que se quede fuera de la contienda.
La pelea está centrada, entonces, entre la GANA, cuyo aspirante a la presidencia es el antiguo alcalde de San Salvador, Nayib Bukele, y la propuesta de ARENA, el multimillonario Carlos Calleja.
Bukele fue miembro del FMLN cuando ocupó la alcaldía de la capital salvadoreña, pero debido a una serie de disputas internas a propósito de la candidatura presidencial resultó expulsado de esa organización, lo que representó una importante fractura entre la militancia.
Aunque intentó formar su propio partido, Bukele no logró inscribirlo por lo que se alió a la GANA y ahora se presenta ante los electores como una alternativa entre la izquierda y la derecha.
Según la firma encuestadora Gallup, cuenta con el 57 por ciento de simpatías entre los votantes y si esa tendencia se mantiene podría ganar incluso en primera vuelta.
Calleja, dueño de la más importante cadena de supermercados de El Salvador, va como aspirante por la ultra derecha representada por ARENA, muy golpeada por constantes escándalos de corrupción que involucran a los principales dirigentes de esa organización.
A menos que ocurra una sorpresa el 3 de febrero, se espera una segunda vuelta entre Bukele y Calleja, lo que significaría el fin de los gobiernos progresistas del Farabundo Martí y un nuevo retroceso a nivel regional.
Además de la violencia galopante, El Salvador enfrenta serios problemas económicos, algunos como consecuencia del Tratado de Libre Comercio centroamericano con Estados Unidos y otros derivados de la migración, que ha vaciado los campos y dañado la agricultura, principal puntal del desarrollo.
El flujo de remesas es muy importante y mantiene a flote a muchas familias, pero éstas generalmente se utilizan para el consumo o adquirir bienes más o menos duraderos y no para generar pequeñas o medianas empresas.
Habrá que esperar, entonces, lo que ocurra el 3 de febrero en el llamado “Pulgarcito de Centroamérica”, país pequeño pero que ha tenido gran peso en la historia del istmo que enlaza al norte con el sur de nuestro continente.