Por María Josefina Arce
Brasil tiene la mayor reserva de hierro de América Latina y a nivel mundial se ubica en el tercer puesto. Es el estado de Minas Gerais el centro neurálgico de la industria minera brasileña y, lamentablemente, también el escenario en menos de cuatro años de desastres humanitarios y ecológicos.
A finales del pasado mes la ruptura de una represa minera arrasó con el poblado de Brunadinho y provocó hasta el momento más de 120 muertos, mientras que otras 200 personas se encuentran desaparecidas Cuatro años antes otra represa similar explotó en la ciudad de Mariana, a 120 kilómetros, y causó la muerte de diecinueve personas y desencadenó uno de los peores desastres ambientales en la historia brasileña.
Sesenta y tres millones de desechos fueron lanzados en la cuenca del Río Doce alcanzando 230 municipios de los estados de Minas Gerais y Espirito Santo que usaban agua del río para diversas funciones.
La empresa brasileña VALE es la dueña de esas explotaciones mineras, y vuelve a estar en la mira por lo que muchos califican como falta de responsabilidad y la ausencia de eficaces y rigurosos controles para evitar catástrofes como la acaecida hace más de una semana.
De hecho tras el trágico suceso de Mariana nada cambió y la gigante productora de hierro no fue objeto de ninguna medida judicial en su contra. Ahora aunque cinco ingenieros han sido detenidos, muchos opinan que hay que escarbar más profundo.
La firma ha asegurado que los residuos se componen principalmente de arena, que no es tóxica, pero un reporte de la ONU señala que la marea de residuos liberada durante el desastre de Mariana contenía altos niveles de metales pesados tóxicos.
Desde su polémica privatización en 1997 se multiplican los beneficios de Vale, que opera en una veintena de países y está entre las veinte mayores empresas del mundo, mientras que crecen las críticas por las pérdidas humanas y los graves daños causados al medio ambiente desde hace décadas.
A pesar de la reciente tragedia, pocos esperan que las políticas sean más estrictas durante el gobierno del nuevo presidente, Jair Bolsonaro, quien durante su campaña prometió restringir las multas y facilitar las regulaciones a la minería y a otras industrias que explotan los recursos naturales.
El hecho es que hay más de cuatrocientas represas mineras como la que colapsó en Brumadinho en el estado de Minas Gerais, donde el luto, el dolor la indignación y el silencia se ha adueñado del lugar, que albergaba uno de los paisajes bioclimáticos más ricos y diversos del planeta.
