Por: Roberto Morejón
Los colaboradores cubanos de la salud tienen un alto grado de profesionalidad, elevados valores humanos y una ética probada en las incidencias de su valiosa labor.
Los exponentes de la Escuela cubana de Medicina llegados a un país están avalados por los conocimientos recibidos en las aulas y en los hospitales donde ejercen sus prácticas.
Además tienen largas trayectorias en los consultorios del médico de la familia, policlínicos y hospitales de Cuba y en varios países, donde a veces se enfrentaron a padecimientos solo conocidos en la literatura.
Los enviados de la Mayor de las Antillas tienen por principio brindar su servicio a quienes lo soliciten, incluso si carecen de medios económicos.
NO es hábito de ellos asentarse en las capitales, aunque atienden solicitudes puntuales en esa dirección como profesores de Escuelas de Medicina.
Generalmente, comparten su vida con indígenas, campesinos carentes de tierras o pobladores de olvidadas zonas, muchos de ellos acostumbrados a prescindir de la asistencia médica, aunque pagan muy caro esa carencia, al enfermar e incluso morir por afecciones prevenibles.
Bajo esa premisa laboraron durante los últimos 55 años más de 400 mil trabajadores cubanos de la salud en 124 países, donde se ciñeron a las funciones solicitadas, sin intervenir en asuntos políticos o religiosos,
incluso en caso de alteración del orden.
Difícilmente pobladores de los lugares más recónditos de Mozambique o Bolivia, por solo citar dos ejemplos, se formarían opiniones tan favorables sobre los médicos de la mayor de las Antillas si estos se inmiscuyeran en los problemas de la comarca, provincia o país.
Las transnacionales de la información suelen silenciar esos hábitos y el estoicismo de los médicos, enfermeros y técnicos de salud de Cuba así como la gratitud de los pobladores beneficiados con sus servicios.
Los difusores occidentales son renuentes a apreciar la colaboración Sur-Sur como una herramienta útil para cumplir los valores de la Agenda 2030 y lograr los objetivos de desarrollo sostenible en el planeta.
Para esos medios resulta inconcebible que la nación caribeña tenga recursos materiales limitados y posea, NO obstante, un sistema de salud comparable con los del mundo industrializado y comparta con otros Estados los beneficios de ese capital humano.
Tratar de degradar esa realidad es tarea de algunos medios de difusión masiva en contraposición a la experiencia provechosa de los pueblos del Sur empobrecido, principales receptores de la colaboración cubana de la salud.