Por: María Josefina Arce.

Renovar y fortalecer la integración latinoamericana eso afirma la declaración sobre PROSUR, un mecanismo que sus autores olvidaron mencionar está destinado a seguir fielmente los dictados de Estados Unidos y a quebrantar la soberanía e independencia de América Latina y el Caribe.

No perdamos de vista que su surgimiento ha sido incentivado por presidentes como Sebastián Piñera, de Chile, e Iván Duque, de Colombia, que se han prestado a todo tipo de acciones contra el legítimo gobierno de Venezuela, desconociendo la voluntad soberana de ese pueblo.

Duque por además, ha trabajado poco en favor del acuerdo de paz suscrito en 2016 por el gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos y la otrora guerrillera Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, y que puso fin a un largo conflicto armado.

A este show se han sumado otros que como el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, ha puesto en riesgo las conquistas de la Revolución Ciudadana, liderada por su antecesor Rafael Correa, o que como el actual jefe de estado de Brasil, Jair Bolsonaro, son fervientes admiradores del mandatario norteamericano, Donald Trump.

Pero además, a la reunión en Santiago de Chile fue invitado Juan Guaidó, el ilegalmente autoproclamado presidente de Venezuela, que no asistió, quizás para no tener que ver a los cientos de chilenos que se congregaron en el centro de Santiago para protestar contra PROSUR y a favor del pueblo venezolano y de su presidente elegido democráticamente en las urnas, Nicolás Maduro.

Protestas que fueron reprimidas por el gobierno, ese mismo que al firmar la declaración de PROSUR se ha comprometido con la vigencia de la democracia y con la promoción, protección y garantía de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Con estos antecedentes se hace bien difícil creer que este mecanismo vaya a trabajar realmente por el bienestar de los más de 400 millones de personas que habitan en el continente, y no promueva esa política neoliberal que en décadas pasadas sumió en la pobreza y ahondó las desigualdades en América Latina, y que ahora vuelve amenazar a la región.

La realidad es que la unidad latinoamericana por la que tanto batallaron mandatarios del área como el líder histórico de la revolución cubana, Fidel Castro, el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, el injustamente encarcelado ex mandatario brasileño, Luis Inacio Lula Da Silva, entre otros, ha recibido un duro golpe con el surgimiento de este bloque, representativo de la derecha en la región.

PROSUR viene a sustituir a UNASUR, Unión de Naciones Suramericanas, que es real había caído en un cierto estancamiento, pero que a mi parecer se podría haber dinamizado y renovado, pues surgió para tener un foro de diálogo, promover la cooperación solidaria y trabajar por el bien común de los pueblos.

Chile asumió la primera presidencia pro témpore del nuevo organismo, que otras naciones del área como Uruguay miran con cautela, mientras que Bolivia sigue defendiendo la existencia de UNASUR, que nació genuinamente soberana para defender la independencia de América Latina, la autodeterminación de los pueblos y desde el diálogo y la cooperación, sin injerencias foráneas, resolver todos unidos los problemas y avanzar hacia un desarrollo sostenible.