Por: Roberto Morejón

El presidente argentino, Mauricio Macri, sabe que la economía naufraga, pero insiste en dibujar un futuro halagüeño del país.

El gobierno neoliberal prometió una gestión eficiente luego de atribuir todos los problemas nacionales a la ejecutoria de la expresidenta Cristina Fernández.

Pero con su labor Macri no pudo borrar las dificultades que él dijo fueron heredadas de la administración precedente.

Bien avanzado su mandato sus compatriotas padecen, entre otros apremios, una alta inflación de 47 por ciento.

Las agencias internacionales de calificación de riesgo opinan que Argentina sufre una fragilidad financiera crónica, aleja a los inversionistas foráneos y aviva la fuga de capitales.

Ese es el corolario de procedimientos gubernamentales signados por la apertura sin freno de la economía, el endeudamiento y la agudización del déficit fiscal.

Parejamente, el régimen derechista instaurado por la coalición Cambiemos recortó con dureza el gasto público y abrió las puertas a la recesión.

Tanto argentinos como extranjeros perdieron la confianza en el peso y rememoraron conflictos tan penosos como el llamado corralito y los ajustes monetarios de 2002.

Además, Argentina fue castigada por una telúrica crisis cambiaria en 2018 mediante la cual el peso se devaluó más de 50 por ciento.

En consecuencia, muchos ciudadanos decidieron atesorar sus ahorros en dólares al margen del sistema bancario local.

Como secuela, más de la mitad del Producto Interno Bruto permanece al abrigo de instituciones financieras en el exterior.

Para atajar la acelerada pérdida de su credibilidad, el presidente Macri ordenó recientemente el congelamiento de los precios de 60 productos principales y las tarifas de algunos servicios.

Paralelamente las fuerzas políticas asociadas al gobierno conservador requirieron del Primer Mandatario atajar el disgusto social, pero la posición del inquilino de la Casa Rosada es incómoda.

El perfil de Macri tuvo una abrupta caída y NO logró revertir esa tendencia con la firma de un oneroso préstamo con el Fondo Monetario Internacional.

Analistas destacaron que ni siquiera con el alegado salvavidas financiero el estadista logró frenar el cuestionamiento social, pues, dicen sus críticos, “hizo promesas y no cumplió ninguna”.

Mauricio Macri, quien auguró pobreza cero y hoy propició que 32 por ciento de sus coterráneos padezcan ese mal, puede verse abocado a agitaciones ciudadanas más frecuentes.

Sería el temido puntillazo a sus quiméricos anuncios de un muy probable segundo período de gobierno de la coalición Cambiemos, con sus nefastas recetas recesivas.