Por: Guillermo Alvarado

Cuando falta un mes para celebrar las elecciones al Parlamento Europeo, previstas del 23 al 25 de mayo, una gran preocupación se cierne sobre el bloque integrador del Viejo Continente por el evidente crecimiento de partidos de extrema derecha, que podrían constituir por primera ocasión un grupo legislativo fuerte.

Esta circunstancia se venía previendo desde la segunda mitad del año anterior, pero dos acontecimientos en 2019 refuerzan el temor de que las dos fuerzas políticas tradicionales, los socialdemócratas y la democracia cristiana, cedan terreno ante estas nuevas agrupaciones calificadas de euro-escépticas, es decir favorables a la disolución de la Unión Europea.

El primero ocurrió en Andalucía, España, donde la extremista agrupación Vox se alzó contra todos los pronósticos con 12 de los 109 diputados del parlamento regional y en alianza con el conservador Partido Popular y los liberales de Ciudadanos, desbancaron a los socialdemócratas y les impidieron hacer gobierno.

Este es un factor que hace a los analistas mirar con más atención lo que ocurrirá este domingo, 28 de abril, cuando se celebren las elecciones legislativas españolas, cuyos resultados permitirán tener una buena idea de cuánto ha avanzado el pensamiento ultraderechista en ese país ibérico donde las fuerzas políticas tradicionales no pasan precisamente por su mejor momento.

El susto mayor sin duda alguna ocurrió el 14 de abril en Finlandia, donde las elecciones legislativas estaban consideradas como un mero trámite antes de las europeas, pero que terminaron con un avance impensado de los extremistas.

Antes de los comicios las encuestas de intención de voto daban a la agrupación de ultra derecha Verdaderos Finlandeses un máximo de 10 por ciento, pero al caer la tarde y contar las papeletas se descubrió que llegó al 17 por ciento y quedó a pocas décimas del partido más votado, el socialdemócrata, que por cierto sacó el peor resultado de su historia.

Los liberales, hasta ahora en el gobierno, cayeron al tercer lugar y eso puede deberse a la aplicación puntual de las medidas de austeridad dictadas por los organismos europeos con sede en Bruselas.

El golpe en Finlandia hizo surgir los temores de un fortalecimiento de lo que se ha dado en llamar populismo derechista, detrás del cual está, no hay que olvidarlo, Steve Bannon, un antiguo asesor del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien abandonó Washington para encabezar esta especie de cruzada por toda Europa.

Contentas están las huestes de Mateo Salvini, Marine Le Pen, Viktor Orbán y agrupaciones como Alternativa para Alemania y Chega, de Portugal, prestas a ocupar las plazas que conservadores y liberales van perdiendo con su olvido de las necesidades de los excluidos, los derechos de los inmigrantes, la debacle de las capas medias europeas y el afán desmedido de la élite empresarial y política.

Queda un mes para taponar el casco de la nave y la pregunta es si lograrán hacerlo a tiempo.