Migración y pobreza, dos caras de una moneda

بقلم: Maite González Martínez
2019-05-01 09:26:07

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Foto/Sputnik Mundo

Por: Guillermo Alvarado

Miles de personas contenidas en el sureste de México para impedir su avance hacia la frontera con Estados Unidos seguramente no recordarán que en una parte del mundo se conmemora hoy, 1 de Mayo, el Día Internacional de los Trabajadores aunque la paradoja es que la inmensa mayoría de ellos abandonaron su hogar justamente para perseguir un empleo que les permita tener una vida digna.

Solos, la mayoría, o acompañados por sus familias los de países cercanos, forman un enorme mosaico de nacionalidades, idiomas, costumbres y perspectivas. De acuerdo con el Instituto Nacional de Migración, de México, hay allí personas originarias de lugares tan lejanos como India, Afganistán, Sri Lanka, Pakistán, Eritrea, Filipinas, el Congo y Togo, además, por supuesto, de centroamericanos, entre otros.

No en balde el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, tras visitar la enorme estación migratoria que tiene el eufemístico nombre de Siglo XXI se refirió al lugar como “la Babel de Tapachula”.

Estas personas tienen en común ser pobres y lo son justamente porque no tienen trabajo, o lo que hacían sólo les daba un ingreso precario insuficiente para sobrevivir o alimentar a los suyos.

En ese dique de contención en que se ha convertido el estado de Chiapas se concentran las dos caras de una misma moneda: la migración y la pobreza, que es el motor impulsor de quienes se mueven buscando el norte para encontrar la cura a un mal con el que ya nacieron, que les acompañará durante toda su vida y les transmitirán a sus hijos.

El fenómeno también se está reproduciendo en los altos de Chiapas, en la región montañosa y según reporta el periodista Hermann Bellinghausen, del diario La Jornada, ya comienzan a surgir colonias de migrantes en ciudades como Comitán y San Cristóbal de las Casas.

Pero si la desesperación crece en el sureste mexicano, el panorama no es mejor en el norte pegado a la línea divisoria con Estados Unidos, donde hay miles y miles de migrantes varados por los cierres ordenados por el gobierno de Donald Trump.

Así pues, tanto el sureste como el norte de México se están convirtiendo en un muro de contención donde el descontento, la falta de esperanzas y las necesidades hacen el efecto de una olla de presión cuya válvula puede volar en cualquier momento.

No hay ninguna razón en esos lugares para conmemorar este día. Para toda esta gente, aun cuando lo recordaran, sería como un mal chiste hablar del Día Internacional del Trabajo, porque precisamente la ausencia de este elemental derecho es la causa principal de la situación que están viviendo.

Contrario a lo que diga el presidente Trump, ellos no van a Estados Unidos a delinquir o a vender drogas, no intentan quitarles nada a los ciudadanos estadounidenses, ni siquiera empleos calificados. Solo quieren un trabajo, un salario y una vida dignos, lo que según parece es mucho pedirle a la principal potencia económica y militar del mundo. FIN



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