Por: Guillermo Alvarado
La manía del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de atacar a todo cuanto él suponga una amenaza para los intereses de su gobierno está llevando al mundo al borde de una guerra de graves consecuencias en la región del Golfo Pérsico, por donde transita la quinta parte del petróleo que se produce en el planeta.
El jefe de la Casa Blanca está obcecado con la idea de destruir por completo a la República Islámica de Irán sin importarle qué ocurrirá si con ello desata un conflicto de carácter global.
Años de esfuerzos políticos y diplomáticos permitieron en 2015 la firma de un acuerdo nuclear entre Teherán y las principales potencias occidentales que alejó el fantasma de la guerra atómica y dio un respiro al mundo, solo para que el año pasado de un plumazo Trump lanzara al cesto de la basura todo este trabajo al retirarse de manera unilateral de ese pacto.
Si bien Irán mantuvo una posición moderada y logró un precario equilibrio con el apoyo de la Unión Europea, las abusivas sanciones impuestas por Washington, entre ellas la prohibición al país persa de vender su petróleo a quien quiera, como un Estado soberano miembro de pleno derecho de la comunidad internacional, están agotando la paciencia y acercando la delgada línea roja que separa la paz de la guerra.
Para colmo, el Pentágono desplegó en el golfo importantes medios bélicos, lo que no puede interpretarse sino como una provocación.
En este clima tenso se produjo un oscuro incidente en el mar de Omán, frente a las costas de los Emiratos Árabes Unidos, donde cuatro buques petroleros fueron averiados por explosiones de origen desconocido.
Estados Unidos de inmediato y sin ofrecer ninguna prueba acusó a Irán del ataque, versión que fue reproducida de forma irresponsable por los grandes consorcios occidentales de información, que de manera sesgada no mencionaron los enérgicos desmentidos de Teherán.
Si bien el caso no pasó a más, si fue una clara muestra de cómo una chispa, accidental o provocada, puede desatar la guerra en cualquier momento.
Un factor de moderación ha sido la actitud de la Unión Europea que se ha negado a seguir el curso de las agresiones estadounidenses y declaró su apoyo irrestricto al acuerdo de 2015 con Irán.
Incluso España decidió retirar una fragata que acompañaba a la flota de combate de Estados Unidos en el Golfo Pérsico, que está encabezada por el portaaviones Abraham Lincoln, más bombarderos B-52, un barco con vehículos anfibios y una batería de cohetes antimisiles Patriot, material suficiente para comenzar una guerra.
Los llamados del mundo en este momento están dirigidos a evitar que Trump, quien carece por completo de cualidades de estadista, cruce el punto de no retorno.
Sería de una lamentable inocencia creer que un conflicto en un punto tan alejado de estas costas dejaría de tener consecuencias para nuestra vida. Recordemos al poeta inglés John Donne quien ya en el siglo XVII nos advirtió que ningún hombre es una isla en sí mismo, que la muerte de cualquiera nos afecta porque estamos unidos a toda la humanidad. Las campanas, amigos, también doblan por nosotros. FIN