Por: Roberto Morejón
República Dominicana vive en alarma ante los cuestionamientos a la seguridad garantizada a la pujante industria del turismo, ahora bajo la mirada internacional por el reporte de extraños fallecimientos.
Nueve vacacionistas estadounidenses murieron en circunstancias sospechosas en menos de un año en hoteles de Quisqueya.
El enigma es más denso porque las víctimas presentaron coincidentemente como causa del deceso fallos cardíacos o edemas pulmonares.
La prensa dominicana acoge manifestaciones de sospecha de familiares de las víctimas.
La policía del país caribeño califica los fallecimientos como hechos aislados y refuerza las investigaciones, en tanto las autoridades y la llamada industria del ocio tratan de tranquilizar a los viajeros.
El titular dominicano de Turismo, Francisco García, recordó que en los últimos cinco años el país acogió más de 30 millones de visitantes, sin reportes de muertes extrañas.
El despliegue policial para encontrar la causa de las muertes es notorio y se acompañó de la orden de instalar cámaras de seguridad en hoteles.
Pero las medidas aceleradas NO desarticularon el velo tendido sobre la protección que es capaz de brindar República Dominicana a los viajeros.
La nación caribeña atiende más de seis millones de turistas anualmente, de ellos 2,2 millones estadounidenses.
Por ese concepto,recaudó en 2018 casi 8 mil millones de dólares, representativo de 17 por ciento del Producto Interno Bruto.
Sin embargo, Organizaciones no gubernamentales y sociales denuncian el aumento de la violencia en República Dominicana en los últimos años, más allá de la poderosa infraestructura turística.
La ciudadanía se conmovió por un suceso que dejó herido de bala al ex pelotero de las Grandes Ligas de Estados Unidos, David Ortíz, y otros recuerdan el alza de los crímenes de género y los robos a mano armada.
Versiones periodísticas aluden al incremento de defunciones por ajustes de cuentas y narcotráfico, si bien informes oficiales hablan de la reducción de la tasas de homicidios.
De todas formas, Dominicana reportó el pasado año mil 068 homicidios intencionales y dos mil 145 lesionados por armas de fuego, altos índices de violencia para la cantidad de habitantes.
Analistas aluden al desempleo juvenil y a la falta de expectativas de las nuevas generaciones como detonadores de que algunos delincan, y se les vea en motocicletas para cometer sus desmanes.
Es comprensible entonces que la inseguridad ciudadana pasara a ser una de las principales preocupaciones de los dominicanos, mucho más cuando el flagelo afecta directamente al turismo, el principal sostén económico del país.
