Por: Guillermo Alvarado

Con un discurso que no dice nada nuevo, pero que oculta muchas incómodas realidades, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, oficializó en Orlando, Florida, sus intenciones de buscar la reelección en el cargo durante los comicios programados para finales de 2020.

El jefe de la Casa Blanca escogió este escenario donde sin duda se siente arropado por organizaciones mafiosas, entre ellas el clan de los Díaz-Ballart y otros grupos contrarrevolucionarios de origen cubano, sin olvidar a su antiguo rival y hoy día principal operador en esa región, Marco Rubio.

Si se fuese a calificar en términos cinematográficos lo que ocurrió en Orlando esta semana, respecto a los discursos pronunciados en 2016 cuando buscaba por primera vez la presidencia, podría decirse que fue un “remake”, es decir una repetición. Viejas palabras con otro ropaje.

Volvió a cargar contra los inmigrantes, a los que acuso de robar empleos a los trabajadores estadounidenses y dijo que en las escuelas los niños viven amenazados por las maras, como la “salvatrucha”.

Metido en ese tema acusó al partido Demócrata de traicionar a las capas medias por impulsar una política de puertas abiertas, algo que ni de lejos es verdad. Durante las administraciones de Barack Obama, por ejemplo, las deportaciones fueron muy elevadas.

Llamó la atención que empleara varios minutos en denostar contra Hillary Clinton, a pesar de que ella no forma parte del amplio abanico de aspirantes demócratas. Quizás el presidente no se ha dado cuenta de ese detalle.

Es evidente de que Trump espera sumar a su favor el voto de la población blanca de medianos recursos y poca preparación, la que lo llevó al poder, pero aún allí el entusiasmo hacia el magnate comienza a erosionarse.

Cada vez más gente se da cuenta de que este gobierno ha beneficiado solo a los más ricos, como quedó claro en la reforma fiscal, quizás la única promesa de campaña que logró concretar.

Fueron los acaudalados y las grandes corporaciones las favorecidas, mientras los hogares promedio, que al principio aplaudieron la medida, luego se percataron de que no consiguieron nada, o casi nada.

Esta es una de las razones de la victoria del partido Demócrata en las elecciones de medio término, donde recuperaron el control de la Cámara de Representantes e incrementaron el número de gobernadores.

Otra falla de Trump fue ir a Florida para buscar el voto cubano-americano, sin tomar en cuenta que excepto entre los cabecillas mafiosos, las medidas que ha tomado contra Cuba impactan negativamente en la gente común, que no pueden viajar a encontrarse con sus familiares, enviarles algunos recursos, o que estos vayan a Estados Unidos por un tiempo. Total, un discurso repetido, pero con una realidad que va cambiando.