Por: Roberto Morejón
La controversia entre el impredecible presidente estadounidense, Donald Trump, y el experimentado embajador británico en Washington, Kim Darroch, rebasa los marcos anecdóticos.
La prensa filtró mensajes del diplomático, ahora dimitido, enviados a su gobierno con opiniones privadas duramente críticas contra el inquilino de la Casa Blanca.
Con 30 años de carrera, Sir Kim Darroch tachó de inepto, incompetente e inseguro a Trump, de quien dijo apela a declaraciones falsas y estadísticas inventadas, además de encabezar un equipo con conflictos internos semejantes a peleas a cuchillo.
La respuesta del magnate republicano fue, como era de esperar, una andanada de atropellos verbales poco edificantes en boca de un presidente.
Es cierto que la filtración de las opiniones de Darroch colocaron en una situación incómoda a las autoridades de Reino Unido. Pero también es real que los diplomáticos tienen entre sus funciones ofrecer a sus gobiernos criterios francos sobre el país donde fueron asignados.
Llamativamente Londres respaldó a su representante en Washington, aunque insistió en que las opiniones de Darroch sobre Trump no son similares a las defendidas por la cancillería del país europeo.
En ese punto de la discrepancia, saltaron al tapete la perturbación de quien se declara ofendido, y su falta de tacto al emitir públicamente apreciaciones negativas sobre la conducta de la primera ministra Theresa May en relación con la salida de la Unión Europea o brexit.
También se pone de relieve que los criterios atribuidos al diplomático británico en Washington acerca del presidente de Estados Unidos son compartidos en otras latitudes.
Por esa razón señales de simpatía se abrieron paso en las redes sociales y otros ámbitos de opinión. Recuérdese que Donald Trump es el artífice de un gobierno envuelto en conflictos y discordias y propulsor de sanciones contra Corea Democrática, Irán, Rusia, Cuba, Nicaragua, Venezuela, Siria y otros Estados.
Hablamos de un presidente que afirma tener una relación especial con Gran Bretaña aunque reprueba abiertamente a su Premier y a políticos
de aquel país, entre ellos el alcalde londinense, Sadiq Khan.
Es más, los comentarios ácidos del británico Kim Darroch son muy parecidos a los del ex embajador francés en Estados Unidos, Gérard Arau, cuando abandonó su puesto en febrero.
El francés presentó a Trump como una especie de Luis XIV, es decir, “un rey viejo, caprichoso, impredecible, desinformado, pero que quiere
ser quien toma las decisiones”.
Analistas ironizaron sobre las razones de tantas coincidencias en las visiones amargas acerca de la gestión de la actual administración estadounidense y de su jefe.