Por: Roberto Morejón
Los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de Brasil, Jair Bolsonaro, están tan identificados en su agresiva filosofía conservadora que encaminan a sus países hacia una alianza en política, economía, defensa y seguridad.
El galanteo a través del intercambio de elogios y la publicidad de sus afinidades caracterizó las relaciones entre Trump y Bolsonaro desde enero último, fecha de la asunción de ese último gobernante.
El acrecentado intercambio de visitas de funcionarios y la apoteosis de la permanencia del ex capitán del ejército brasileño en el país norteño en marzo último, resaltaron el acercamiento entre los dos exponentes del ala más reaccionaria y racista del continente americano.
El Jefe de Estado de la nación norteña designó recientemente a Brasil como aliado preferencial de Estados Unidos fuera de la belicista OTAN, en un intento por abrirle las puertas a Bolsonaro al armamento del Pentágono.
Se trata de un rango ostentado por otros 17 países, entre ellos Argentina, aunque el Brasil de Bolsonaro se coloca en escalón más alto para intimar hasta con la propia OTAN.
Si bien un avance en ese sentido no ha sido explícitamente abordado por Trump, todo es posible en la presente coyuntura.
Desde el otro lado, el ex legislador brasileño caracterizado por sus posiciones hostiles a los opositores y misóginas se muestra eufórico por los guiños de Trump.
En pago, Bolsonaro aboga por permitir a la potencia del Norte utilizar por un precio la base de la fuerza aérea brasileña de Alcántara, en el estado de Maranhao, facilidad que permitiría a Washington colocar satélites en órbita con costos reducidos.
Y hablando de economía, también los dos colaboradores negocian un acuerdo de libre comercio.
El ministro brasileño de Economía, Paulo Guedes, afirmó que entre los beneficios de un pacto destacan el aumento del comercio, las inversiones y la fusión de empresas.
Los críticos de la llamativa aproximación entre los dos países apuntaron que Estados Unidos tratará de aprovechar esa coyuntura para garantizar sus intereses, ahora que Brasil y los restantes miembros del MERCOSUR firmaron un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.
Unidos por propósitos comunes en defensa, seguridad, armamentismo y economía neoliberal, Trump y Bolsonaro también tienen como obsesión la caída del gobierno constitucional de Venezuela.
Atrás queda la tradicional independencia y política exterior progresista de Brasil con los ex presidentes Luiz Inacio Lula Da Silva y Dilma Rousseff.
El eje Washington-Brasilia engrasa su soporte en medio del lógico recelo de los latinoamericanos.